Postal a los jóvenes

Padres, ¡Despertad!

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

 

 

Te acuerdas de que hace poco tiempo, hubo un fusilamiento en una escuela de Estados Unidos. Causó la muerte de una decena de niños, son contar las decenas de heridos, algunos o todos marcados para toda su vida. Uno de los alumnos, gritando y riéndose, abrió fuego de pronto contra sus camaradas antes de volver el arma contra sí mismo. Pero, ¿por qué el gobierno no hizo nada para evitar este género de atrocidad?, se preguntaban muchos.
Y escuchaban estas palabras: No es papel del gobierno educar a los niños, sino el de los padres.

Cuando surgen estos acontecimientos, descubrimos que casi todos tienen la misma causa: juegos video ultra-violentos. La reciente matanza tuvo su origen en un chico holgazán cuyo único interés era jugar a juegos desprovistos de toda moralidad en los cuales los malvados toman la figura de héroes pulverizando mejor a los desgraciados perdidos y que inundan la pantalla de sangre y de cuerpos distorsionados.

“Los almacenes no deberían vender este género de videos, afirman algunos. Quizá, pero los propietarios de estos almacenes saben muy bien que cuanto más el video juego es violento y depravado, tanto más venderán ejemplares. La violencia se ha convertido en la principal fuente de placer de nuestros hijos”.
En cuanto a los productores de estos juegos, la ley los protege. “ No somos responsables de la violencia de nuestra sociedad”, afirman con claridad. ¿Y quién es responsable? ¡Nosotros, los padres!

La Biblia nos enseña que nos incumbe la responsabilidad de educar a nuestros hijos dándoles:

1.- Mucho amor, si no irán a buscarlo en lugares malsanos y peligrosos.
2.- Una cierta disciplina: reglas de vida con recompensas para animarlos a respetarlos y castigos cuando los infringen.
3.- Una dirección a seguir: si ellos aprenden, desde su más tierna edad, a conocer a Dios, el mundo no podrá satisfacerlos una vez que hayan alcanzado la edad adulta.
4. Un mundo de vida: Si marcháis de acuerdo con la voluntad de Dios, enseñadles a que marchen a vuestro lado.
El mejor medio de convencer a alguien a que abrace la fe cristiana es mostrarle, cada día, que vuestra vida sólo tiene sentido en Dios, vuestro centro vital.