Postal a los jóvenes

¿Evangelizas?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, purificad a los leprosos, expulsad a los demonios. Habéis recibido gratis, dad gratis” (Mateo 10,8).

En Pentecostés, el Espíritu Santo bajó sobre todos los que estaban reunidos.
Lengua de fuego vinieron a los que oraban...El Espíritu Santo quiere  encender el fuego de la evangelización en tu mentalidad. Quiere comunicarte la visión “ardiente” de la evangelización del mundo.

Hace 2000 años, nació un hombre y cambió el mundo entero. Fue niño durante 12 años, un carpintero durante 18 años, y durante tres un evangelista.

En cuanto evangelista no implantó una iglesia ni creó una escuela bíblica. Sus campañas reunían a millares de personas, sin embargo este número de participantes es inferior al número de personas que constituyen los
auditorios de hoy. No registraba el número de decisiones tomadas y no nadaba llenar carnés de decisión, sin embargo se realizaban milagros. Curaba de modo extraño (curación del ciego de nacimiento Juan 9,6) y no tenían ninguna certeza del hecho salvo los que él curaba que se juntan junto a una iglesia.

Los hombres le mandaban callar, lo detuvieron y sus discípulos lo abandonaron, y terminó clavado en la cruz. Pero tres días después, resucitó y subió a la gloria, envió su Espíritu Santo y se produjo el Despertar. La
Buena Nueva se predicó a los paganos y el Señor confirmó su Palabra mediante signos, milagros y prodigios.

Aunque la Iglesia haya atravesado y atraviesa terribles persecuciones (400 personas son víctimas diarias en el mundo), el Reino de Dios no cesa de crecer desde hace 2000 años.

Evangelizar el mundo perdido es imperativo. En la visión de Ezequiel en el capítulo 47,es el tema del río de Dios que corre hasta el Mar Muerto, símbolo del mundo sin esperanza que necesita recibir la visita poderosa de
Dios. Es un desafío para la Iglesia. Esta visión tiene una gran dimensión: la evangelización del mundo por el poder del Espíritu Santo. El Mar Muerto es un mar sin salida, recibe la sal de los montes de Judá por las lluvias,
la conserva y provoca su pérdida. No redistribuye lo que recoge. La Iglesia, sin embargo, debe compartir lo que recibe para poder vivir.

ORACIÓN PARA HOY: Señor, no quiero parecerme al Mar Muerto. No me quiero estacar en mi evangelización personal. Quiero dar y llevar fruto para que tú seas glorificado. Lléname de tu Espíritu Santo para que sea eficaz para evangelizar a quienes me rodean. Amén.