Postal a los jóvenes

Corazón de hombre y de bestia

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“Su corazón de hombre se le quitará, y un corazón de bestia se le dará”  (Daniel 4,16).

¡Qué extraño asunto! El hombre más poderoso del mundo de entonces, el rey Nabucodonosor, va a descubrir que el poder de Dios está por encima de todos los poderes más grandes de la tierra. ¿Crees que Dios puede cambiar el corazón de un hombre? Este texto te dice que SÍ. Mil veces Sí.

Este hombre de corazón cruel y refinado a la vez va a ver su corazón humano que se le quita para recibir en su lugar un corazón de vaca o buey; pero en todos los casos, nadie en la tierra tiene este poder, ¡y menos mal! Es Dios quien lo posee.

No creas que Dios hace eso con este hombre justo para divertirse, o para mostrarte lo que él puede hacer; Dios no tiene que probarte nada. Los capítulos precedentes y los versículos anteriores a este texto te enseñarán
que este hombre había resistido voluntariamente a la llamada de Dios; se había instalado en una locura orgullosa, y a su pecado acumulado le esperaba un juicio divino.

Más allá de todo eso, lo que hay que retener, es el poder de Dios para cambiar el corazón de un ser humano; si rezas en este sentido, Dios actuará a favor de la persona por la que oras. Si tu Dios ha sabido cambiar el
corazón de este hombre en un corazón de animal que pace hierba, sabrá cambiar el corazón lleno de maldad, orgullo, locura impura de la persona de la persona a la que querrías cambiar. ¿Lo crees?

Para Dios nada hay imposible. No lo dudes. Muchos seres humanos sólo tienen un corazón de bestia latiendo en su pecho. Actúan con instintos primarios.
Es difícil el menor cambio; la religión, la moral, la filosofía o la cultura o educación no pueden absolutamente nada. Pero todo es posible para Dios que puede transformar el corazón del ser humano.
El fin de la historia te enseña los fines precisos que guían a Dios: llevar a este hombre a la salvación eterna, hacerlo un adorador de Dios (Daniel 4,34-37). Dios siempre busca los mismos objetivos.

ORACIÓN PARA HOY:
Confieso, Señor, que sólo tu tienes el poder de cambiar el corazón de mi prójimo y el mío propio; como lo hiciste ayer por este rey, puedes hacerlo con la persona en la que pienso ahora. Te confieso, Señor, que me confío plenamente a ti. Amén.