Postal a los jóvenes

¿Qué dejas después de ti?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

 

 

Si piensas en la historia, hoy, en los reinos establecidos por los poderosos líderes que ejercieron su influencia en numeroso pueblos y naciones, ¿qué les queda?

¿El antiguo imperio romano, gloria de los doce César? Visita Roma. Y cuando te adentras en el Foro, sólo verás ruinas que se proponen a los turistas. ¿Las ideas totalitaristas modernas con Hitler, Stalin y consortes? En sus huellas, y hablando de los últimos, más de 50 millones de muertos en tan sólo 60 años.

Ahora bien, una revolución dos veces milenaria continúa marcando la Historia de una forma totalmente distinta. Lo vas a ver.
En su muerte, Jesús, que hubiera podido construir innumerables iglesias, edificios majestuosos y fuentes económicas considerables, dejó solamente un grupo de 11 hombres insignificantes. Pero más allá de las apariencias, el revolucionario más grande de todos los tiempos, al derramar la sangre que salía de sus venas, acababa de transmitir una herencia incomparable.

Y de esta herencia, amigo, seguimos viviendo todos los que seguimos a Jesús. Tan incomparable es que suscita la admiración y afecta e impacta a todos hasta ser capaces de dar su vida por este singular revolucionario del amor.

Su sacrificio triunfa del tirano más cruel y ante el cual la persona no es nada más que pura esclavitud a su ideología y caprichos, el pecado y su poder.
Jesús, por el contrario, inquietando para el bien a millones de vidas, se ha adquirido un pueblo santo, verdaderamente libre y profundamente feliz en ruta a su destino. Y su obra prosigue y continuará hasta el final de los tiempos.
Ahora mismo que lees esta página, se establece en tu corazón si lo aceptas, y ya sabes que su reino tiene como poder el amor para siempre.
Como su jefe, el discípulo auténtico-peregrino en la tierra- está destinado a transformar el lugar más triste, según dice el Salmo 84,6.
Si tu vida, en palabras y actos, exhala el perfume de Cristo, expandirás el olor por todas partes e incluso tras tu misma muerte.
Amigo, no te olvides de influenciar en la generación que te sigue. Más que dinero y mansiones, tu mejor herencia para ellos, es haber sido un ser humano auténtico y coherente con tu fe. ¡Animo!