Postal a los jóvenes

El autor de la verdadera libertad

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“Si el hijo os da libertad, seréis realmente libres” (Juan 8,36).

Libertad, palabra mágica en el corazón, en los labios, tan indispensable al hombre...

Libertad, nombre indefinible, y sin embargo escrita por todas partes...Un hombre político se sintió indefenso ante la pregunta de un periodista: “¿Qué es la libertad?”

Libertad, insignia de la República-“Libertad, igualdad, fraternidad”- de una Francia, cuna de la libertad desde 1789, hoy tierra de asilo para las libertades...

Libertad, derecho del Hombre inestimable, adquirido caramente al precio de la sangre derramada...

Libertad, término tan controvertido...Manon Roland exclamará ante la guillotina: ¡Oh libertad, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”

Libertad, viejo sueño de la humanidad pero realidad vivida, en ciertas regiones del globo...

Libertad, grito que recorre los siglos, canto de esperanza que rompe la medida en la sangre de los hombres y credo tantas veces confesado, en las lenguas del mundo entero...

¡Libertad!

Después de la guerra, en 1951, el presidente Roosevelt propuso en el Congreso construir un mundo nuevo a las cuatro libertades. Un mundo de libertad de expresión y de culto, atacado por el miedo y la pobreza. Ahora bien, omite la libertad quinta.

Preciosos libertadores-Lincoln, Bolivar, Schoelcher- vinieron a romper el yugo de la esclavitud y traer a los hombres la libertad. Pero Jesús es incomparable. El mayor de los libertadores te ha librado del tirano que nadie ha podido vencer: el pecado, su yugo y su poder (Juan 8,32; Romanos 6,14). El Salvador, manifestando el amor divino con su muerte, te concede un perdón total (Hebreos 10,17). El cura tu corazón roto (Lucas 4,18-19) y las heridas de los sufrimientos del pecado.

¡Oye!:¿vives y conoces al autor de tu verdadera libertad?

Una oración para hoy: Señor Jesús, gracias por tu sacrificio en la cruz. Al morir, abrías mi prisión, rompías mis cadenas. Ya no soy esclavo del pecado. Me has dado la verdadera libertad. Tengo ganas de exclamar:¡¡Gracias y Amén!!