Postal a los jóvenes

Las alianzas de Dios

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“El rey de Egipto murió, y los israelitas gemían todavía bajo la esclavitud y gritaban. Su llamada del seno de la esclavitud llegó a Dios. Este oyó sus suspiros. Dios se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob” (Éxodo 2,23-24).

Loa hijos de Israel estaban en una situación dura, sin esperanza.

En Egipto desde hacia muchos años, eran esclavos y tratados como tales. Podemos preguntarnos lo que sabían realmente de las promesas de Dios, pero conocían que necesitaban de él. Entonces le gritaron y él se “acordó de su alianza”. No había olvidado nada.

Aprendieron entonces, que cuando Dios habla, sus palabras son, por definición, totalmente verdaderas en cada situación y valen para todas las generaciones. No se compromete en conversaciones fútiles o agradables. Nunca olvida. Lo que dice tiene el valor de una alianza, de leyes y de principios.

Tu deber es aprender su Palabra, creer en ella, obedecerla y ponerla en práctica.

Puede ser difícil de entender. Tantas conversaciones, cada día, están llenas de palabras que se olvidan pronto. No te extrañas cuando tus amigos, gobiernos, tus relaciones de negocios con todos y hasta con miembros de tu familia olvidan sus compromisos. Debes acordarte de que Dios es diferente. El busca un pueblo que conozca su Palabra, que viva de acuerdo con su Palabra y espere que él cumple su Palabra.

En este período de vacaciones, mientras que numerosas personas viven el desaliento o la duda, recuerda que Dios es un Dios de promesas.

Asegúrate que conoces su Palabra (y sus promesas específicas). Acuérdate de su Palabra. Créela, vívela. Y no tengas miedo en recordarle a Dios las promesas que te ha hecho. Si pones su Palabra en acción, en práctica, puede cambiar tu vida.

Oración para hoy: Padre, gracias de que tu Palabra sea verdadera. Sírvete de mí para llevar la Buena Noticia a los que, en el mundo, se sienten perdidos. Creo en ti. Declaro que tus promesas son verdaderas para mí. En el nombre de Jesús. Amén