Meditación diaria Bíblica

Sus discípulos le siguen...

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB  

 

Lecturas: Ez 2, 2-5; Salmo 122, 1-4; 2 Co 12, 7b-10
Evangelio Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a en¬señar en la sinagoga; la multitud que lo oía se pregunta¬ba asombrada: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
v. 1-2 a:
Jesús salió de allí y vino a su patria,
y sus discípulos le siguen.
Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga.
Marcos en su iglesia pagano-cristiana tiene mucho interés en hacer sobresalir el fracaso de Jesús en su pueblo. Es el preludio de lo que dice el evangelista Juan: “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11).
v. 2b:
La multitud, al oírle, quedaba maravillada y decía:
“¿De dónde le viene esto?
¿Qué sabiduría es ésta que le ha sido dada?
¿Y esos milagros que hace?”
Podemos detectar la extrañeza de un pueblo chico en que se da este fenómeno de Jesús, que, de golpe y porrazo, sobresale tan portentosamente en milagros y predicación de un nuevo Reino de los Cielos.
Quizá para nosotros la gran maravilla es que Jesús y su Madre María pasaron tan desapercibidos. Jesús quiso vivir como un hombre cualquiera (Flp 2,7).
v. 3:
“¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?”
Se escandalizaban a causa de él.
- Carpintero: Vemos que en este texto, Jesús mismo es llamado carpintero; no se dice simplemente que sea el hijo de carpintero.
- Hijo de María: Es un título extraño para un judío. Lo normal hubiera sido decir hijo de… (el nombre del padre).
- hermano de…: Este texto dice sencillamente que Santiago, Joset, Judas y Simón eran hermanos de Jesús. Por convencimiento que María, su Madre, fue virgen ha llevado a la predicación cristiana a encontrar argumentos que bien podría significar que eran primos o familiares muy cercanos.
Desde hace mucho tiempo me ha llamado la atención que:
1º De haberse inventado algo la comunidad judeo-cristiana hubiera sido que Dios Creador regaló a María de Nazaret con muchísimos hijos varones. La virginidad no era apreciada; tener un solo hijo no era ninguna gloria.
2º ¿Qué sucedió para que Jesús, llegado a la edad casamentera, no hubiera sido dado en matrimonio? Entonces los/las casaban.
Estos datos anti-culturales en el campo religioso-social parece que están señalando que algo especial sucedió alrededor del nacimiento y vida de Jesús como lo atestiguan en sus prólogos teológicos tanto de Mateo como de Lucas.
v. 4-5:
Jesús les dijo: “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y
en su casa carece de prestigio”.
No pudo hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos
enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.
Jesús es rechazado. Buenamente él se da una explicación; es algo que sucede a todos los profetas, se dice así mismo.
Nosotros más bien diríamos que los más cercanos no pueden con frecuencia gozar del éxito de un compaisano o familiar.
Con todo no pudo menos de curar a unos pocos enfermos.
v. 6:
Jesús se maravillaba de su falta de fe.
Jesús tenía una mente y unos ojos muy sencillos, como de un niño grande; por eso no podía entrar en su capacidad de comprensión que no tuvieran fe en Él que venía con tales dones como las curaciones y la Palabra liberadora.
Señor Jesús, danos la capacidad de alegrarnos en los éxitos de nuestros hermanos y hermanas y una gran confianza en ti, porque lo único que deseas es que seamos felices en Presencia del Abba que tan maravillosamente nos has proclamado. Amén