Meditación diaria Bíblica

Fiesta de Pentecostés

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB  

 

SEÑOR:

- ¿Por qué pedir tus "siete dones", si tu Espíritu es el único y verdadero Don, y si de Ti nos viene todo y todo cuanto nos viene es "don"?

- Por que de algún modo tenemos que explicarnos cuando queremos pedirte una serie de disposiciones, de capacidades, de ayudas para tener siempre nuestras antenas orientadas hacia Ti.

- Por que deseamos, no sólo captar tu voluntad, sino disponer de estímulos concretos para cumplirla en cada situación concreta.

- Porque la acción de tu Espíritu en nosotros adopta distintas formas que ya Isaías (11, I-3) describía como: Espíritu de sabiduría, de inteligencia, de ciencia, de consejo, de fortaleza, de piedad y de temor de Dios. Por todo ello...

DANOS EL "DON DE INTELIGENCIA"

-          Oh Espíritu de Dios! Sabemos que estás presente en todo ser humano, en toda criatura. Te sabemos el Omnipresente. Pero te sabemos, al mismo tiempo, el "Dios escondido". Por eso y para eso te pedimos el "Don de Inteligencia": Para que no nos falte el instinto de todo lo divino; para que te descubramos al trasluz de cada acontecimiento; para que cada criatura se nos convierta en huella de tu paso entre nosotros; para que seamos capaces de comprender tus cosas. Mira, Señor, que cada vez parece que son más los estratos de nuestra cultura, las áreas de nuestro saber que se vuelven opacos a tu Presencia. No permitas que se nos atrofie el sentido de lo Tuyo. Que Tu -¡Verdad de verdades!- seas la clave de todas las nuestras.

DANOS EL "DON DE CONSEJO"

-          ¡Oh Espíritu de Jesús! No nos niegues tu "Don de Consejo" para distinguir entre valores y valores. Vivimos entre sucedáneos. Todo anda muy difuso y difuminado. Son muchos los que necesitan -o necesitamos- distinguir entre lo absoluto y lo relativo; lo perenne y lo caduco; lo urgente y lo aplazable; lo que importa en cada caso y lo que no. ¡Cuántas veces lo pobre y lo sencillo se convierte en eslabón que nos lleva hasta lo absoluto y definitivo que eres Tú! ¡Y cuantas otras lo efímero nos enreda entre sus telas sin dejarnos escapar! Danos el "Don de Consejo" para poder decir siempre palabras de bien a nuestros hermanos/as; para poder ser para ellos/as, fieles testigos de la transmisión de tu voluntad. Tú, ¡Espíritu Divino!, nos fuiste prometido por Jesús como el gran Consejero, el gran Recordador de cuanto nos habías dicho. No acalles esa tu voz que nos habla allá en lo hondo, y que es capaz de acallar todo el griterío de la calle.

DANOS EL "DON DE SABIDURIA"

-          Dánoslo, ¡Oh Espíritu divino! como se lo diste a tus grandes amigos: Pablo, Agustín, Benito, Francisco, Domingo, Teresa, Juan de la Cruz, y tantos otros como vivieron después o viven aún entre nosotros. Concédenos con este "Don de Sabiduría", lo mismo que te pedimos en la canción... "Enséñanos a mirar con amor; descubrirte en el silencio. Ayúdanos a mirar con amor, a ver las cosas como Tú las ves". ¡Llegar a ver las cosas como Tú las ves! Esta ha de ser para nosotros la cumbre de todo auténtico saber. Que tu Sabiduría, Señor, nos haga sabroso el bien y gustosa la verdad. Que no nos cansemos de repetir las palabras de esa oración en que te pedimos tantas veces "degustar lo que es recto", sobre todo en momentos socioculturales como los nuestros donde tanto se cotizan otras "sabidurías".

DANOS TU "DON DE CIENCIA"

-          Dánoslo, ¡Oh Espíritu de Jesús!, para comenzar teniendo clara conciencia de las cosas que ignoramos. Concédenos con este don la gracia de esa "conciencia del límite" que salva de toda arrogancia y que con tanta nitidez distingue al verdadero sabio de quien, de forma petulante, pretende saberlo todo. Que tu "Don de Ciencia" nos abra los ojos para conocer y  admirar el entramado de la vida y sociedad en que nos movemos. Para descubrir los "cambiantes signos de los tiempos" a los que debemos dar una respuesta. Que gracias a este "don", sepamos mantener viva en nosotros la gozosa esperanza de que todo camina hacia el verdadero "progreso", hacia la verdadera "libertad", hacia la verdadera “justicia", hacia la verdadera "paz". No permitas, ¡Espíritu Santo!, que se extinga en nosotros la capacidad de admiración hacia las conquistas logradas por nuestros hermanos/as, los hombres y mujeres de la ciencia, la técnica, el arte y los deportes, o de la más humilde de las actividades humanas. Que hagamos nuestro el sentimiento paulino de apoyar todo lo grande, todo lo noble, todo lo bello y todo lo bueno con vistas a que todo redunde en gloria tuya y todo colabore al bien de la nueva humanidad.

DANOS EL "DON DE PIEDAD"

-          Te lo pedimos para ser capaces de entregarnos con prontitud, por entero y con gusto al servicio de esas "cosas de Dios" que Tú mismo nos has hecho comprender. Necesitamos una piedad como la que tuvo Jesús con los niños, con los pobres, con los enfermos, con los marginados, con los ignorantes como Pedro y Nicodemo y Zaqueo, como la mujer encorvada, la hemorroísa y la cananea. Que gracias a este "don" consigamos una perfecta adecuación entre lo que de Ti sentimos en nuestro interior con nuestros comportamientos religiosos externos; para que el adjetivo de "piadoso" no pase a significar algo así como beato y, mucho menos, hipócrita. Consérvanos el sentido y estima por la santidad; que no caigamos en la tentación de poner su listón cada día más bajo, ni nos devore esa filosofía de la chapuza en lo relativo al amor. Que no sólo cumplamos tus preceptos y los de tu Iglesia, sino que lo hagamos gustosos y con medida colmada.

DANOS EL "DON DE FORTALEZA"

-          Provéenos de él, ¡Espíritu del Señor! Lo necesitamos para que nuestra fe no vacile ante el ateísmo de los descreídos, ante tanta caricatura de creyentes como vemos a diario, ante tu aparente silencio, ante el peso del vivir lo cotidiano, ante el sufrimiento de los inocentes, ante el nuestra propia fragilidad y pobreza. Danos, Señor, una brizna de tu fortaleza para llevar a cabo la tarea que nos has asignado en este mundo. Dánosla ahora; pero también más tarde: "Que en la vejez y en las canas, no nos abandones, Señor, Dios mío".

DANOS EL "DON DEL TEMOR DE DIOS"

 - Danos, ¡Espíritu Santo!, el "don de tu temor". De ese "temor que es el principio de la sabiduría". Un temor sin miedos. Un temor capaz de librarme de todos los demás miedos. Te pedimos, como Teresa de Jesús, “jamás perder el temor de perderte". Que el temor del mal, jamás prevalezca dentro de nosotros sobre nuestro amor al bien, a la verdad. Danos "temor y amor" como tantas y tantas veces te pedía tu hijo san Francisco de Borja.

- Y por último te pedimos ¡el Don de dones! Ese verdadero y supremo "Don" que eres Tú, ¡Espíritu divino! Te necesitamos a Ti, porque todo lo demás ya nos dijiste que se nos daría por añadidura...