Meditación diaria Bíblica

Os llamo amigos

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB  

 

Oramos por Cristo, con él y en él. Cuando oramos así, tenemos la garantía de que nuestra oración va a ser escuchada. Lo que brota del amor no puede dejar de ser acogido por el Dios del amor. Si oramos unidos a Jesús, nuestra oración es fecunda, da mucho fruto. Es un signo de que Jesús está dando el fruto para el que fue enviado al mundo.
Orar es vivir unidos a Jesús, permanecer en su amor. Cuando vivimos y oramos así, viene el Reino de la paz y la alegría sobre el mundo.

Jn 15,12-17: “Los he llamado amigos: ámense unos a otros”

El evangelio reafirma nuevamente el mandamiento del amor. El fundamento del amor entre los discípulos es que antes han sido amados por Jesús. EL amor del Maestro a sus discípulos genera una relación diferente entre ellos: ya no son siervos o esclavos, sino verdaderos amigos.

Y la amistad consiste en que Jesús les ha revelado todo lo que el Padre le ha encomendado. El ha elegido y llamado a los discípulos para que sean trasmisores de una nueva vida fundada en el amor oblativo, que se entrega como ofrenda plena a los demás. Esta nueva vida mana de la cruz de Jesús. La cruz toma un nuevo sentido, una nueva dimensión: es la máxima expresión del amor de Dios a la humanidad y del “amor al extremo” de Jesús a los suyos.

El pasaje termina reafirmando el mandamiento del amor. En definitiva, todo está basado y sostenido en el amor y por el amor. Sin amor, el mensaje de Jesús resulta vacío. Sólo el amor hasta el extremo puede garantizar la fecundidad de la comunidad discipular. Si hay verdadero amor, bienvenidos sean los conflictos, las persecuciones y los ataques de toda índole. Pero si falla el amor, fácilmente se claudicará ante la primera dificultad.