Meditación diaria Bíblica

“Oh Dios, ten piedad de este pecador”

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 


Ponte ante Dios como quien necesita ser amado. Siente la necesidad de salvación y disponte a recibirla. Mira cómo es el Dios en el que crees, porque eso reflejarás en tu vida. Para Dios ninguna vida es inútil. Deja que Dios te mire con una mirada de confianza. Tu pecado puede ir en busca de la gracia. Tu sed puede encontrarse con la fuente. Tu oración puede ser pobre, pero puede estar llena de vida. Esta oración puede hoy ser la tuya.

Quiero que ilumines mi camino para que, poco a poco, descubra tus pisadas y ponga sobre ellas mis pies.

Lc 18,9-14: “Oh Dios, ten piedad de este pecador”

La actitud con la que nos acercamos a Dios dice mucho de lo que habita en nuestro corazón. El evangelio de hoy presenta a dos personas con actitudes diferentes en su relación con Dios, lo que está vinculado a la imagen que tienen de sí mismos y a su relación con la comunidad.

Ante Dios muchas veces llegamos con orgullo, haciendo alarde de nuestras capacidades y midiéndonos muy por encima de las demás personas. Esa actitud responde a una forma de ocultar las limitaciones humanas; más aun cuando se considera que se es mejor ser humano por el cumplimiento de la ley o por los ritos que practicamos. Caer en ese comportamiento refleja un autoengaño que no permite el crecimiento personal, y mucho menos el reconocimiento de las otras personas como hermanos y hermanas.

El verdadero arrepentimiento no necesita demasiadas palabras, y mucho menos compararse con otras personas. Es preciso reconocer ante sí y ante Dios que nuestras limitaciones son grandes y que estamos dispuestos a transformarnos para estar más cerca del proyecto de Dios.

En la cotidianidad muchas veces nos queda más fácil mirar los defectos de los otros y hacerlos públicos. Ese comportamiento rompe por completo toda fraternidad y hace más difícil la verdadera reconciliación.

Pongamos nuestras vidas en manos de Dios, para que nos dé la humildad necesaria a fin de reconocer ante él que estamos en camino y que nos falta mucho por aprender.