Meditación diaria Bíblica

Muerte violenta de Juan B.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 


Las palabras y gestos de Jesús se extienden entre la gente sencilla y necesitada; pero muchos no entienden la novedad de su mensaje. El rey Herodes estima a Juan Bautista; pero cede a la sensualidad y los compromisos de corte. La fiesta tiene un final macabro. Vivir la vida cristiana y la comunión con la Iglesia significa valorar a todas las personas, respetar su dignidad.

Acoge la cruz de Cristo, que ha hecho de ella el símbolo supremo del amor.

Mc 6,14-29: Herodes respetaba a Juan y lo protegía

Marcos refiere la ejecución de Juan Bautista con el fin de poner término a los rumores que corrían sobre la resurrección de Juan en la persona de Jesús. Unos rumores a los que el mismo Herodes, en sus remordimientos, no permanecía insensible. Pero no se trata de una resurrección: Juan está muerto, y los testigos conocen el lugar de su sepultura.

Aparte de esa finalidad de prevenir toda confusión entre Juan y Jesús, Marcos se complace en proporcionar numerosos detalles, la mayoría de ellos originales, sobre el martirio de Juan Bautista. La gente se pregunta acerca de Jesús, valorándolo cada cual según sus ideales y expectativas. Pero todos lo ven desde categorías puramente humanas que no son las acertadas para definirlo. Con la enumeración de tales opiniones, el evangelista prepara la pregunta que Jesús mismo hará finalmente a los suyos: “Y ustedes, quién dicen que soy yo?” (Mc 8,29).

La muerte violenta del precursor se convierte en signo premonitorio de la suerte que espera a Jesús, así como de la reservada a los discípulos. Es la suerte del profetismo que incomoda, denuncia, enrostra y desenmascara el mal. ¿Es el nuestro de esta forma, o más bien anodino, condescendiente y tímido?