Meditación diaria Bíblica

Chiquilla, levántate

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 


Una mujer encuentra en Jesús una salida a su situación. Va más allá de la ley y se acerca a Jesús para beber el agua de la vida. Jesús experimenta que una fuerza prodigiosa ha brotado de él. Y pide que la mujer se coloque en el centro. Ella había tocado su manto a escondidas, pero no podía imaginar que Jesús la mirara. En el encuentro con Jesús todo tiene importancia: los signos, los símbolos, los gestos corporales. Todo vale para dejarnos amar por El.

Acércate a Dios y déjate mirar por El, porque “el mirar de Dios es amar”.

Mc 5,21-43: “Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate”

La resurrección de la hija de Jairo va acompañada, en los tres sinópticos, de la curación de la hemorroísa. Quizá una palabra clave como los doce años (vv.25 y 42) contribuyó a enlazar ambas tradiciones; quizá se debió a la realidad histórica en sí. La situación del Jesús desconocido hasta en los milagros que realiza se repite en el episodio de la hija de Jairo.

Parece como si él no hubiera llegado a dominar su poder. Luce como torpe y distante de la multitud, a la que despide presuroso (v.40); sólo lleva consigo a sus tres discípulos de siempre, como para tener un testimonio de autenticidad; no presta atención a los parientes (v.37), y reprocha a los deudos (v.39).

¿Por qué? Lc deberá hacer muchos retoques para imprimir a la escena un tono de bondad. Pero la actitud de Jesús es comprensible frente a la posibilidad de que distorsionen su misión, lo consideren un simple sanador, no entiendan que los milagros son signo de su mesianismo y que se requiere de la fe para entrar en la dimensión de donación. “Hija, tu fe te ha sanado”. “No temas, basta que tengas fe”. Por sobre la larga adversidad y hasta por encima de la muerte, ése es el mensaje, entonces y siempre.