Meditación diaria Bíblica

El Magnificat

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“Proclama mi alma la grandeza del Señor” (Lc 1,46)

A María se le ensancha el alma para la alabanza. Sale a la vida con una nueva forma de tratar a las personas y a las cosas. La luz y el amor de Dios la convierten en la cara humana de Dios. No pongas tasa a las obras de Dios. Deja que muestre en ti sus maravillas. Que la experiencia de Dios alcance tus raíces.
Ponme en paz, Señor, para que broten en mi corazón las músicas que te alaben y bendigan.

Lc 1, 46-56: El magníficat

Hay en este texto un paralelo con el cántico de Ana en el Primer Libro de Samuel (1S 1,1–8). De esta forma el evangelista Lucas quiere destacar la magnificencia de la gravidez de María. Era la forma acostumbrada por los escritores del Antiguo Testamento para expresar algo tan sublime, ya que un relato frío de los hechos no podría transmitir toda la trama invisible que se desarrollaba paralelamente a un hecho cotidiano. Es difícil descubrir y expresar la acción de Dios en la historia de la humanidad. El interviene pero no la perturba. Lo hace en forma pedagógica valiéndose del mismo hombre. Su acción es dulce y paternal.

Este cántico de María expresa en forma poética todo el júbilo que ella experimenta en lo profundo de su ser al sentir en sus entrañas la presencia de su hijo. Toda madre siente la misma emoción en estas circunstancias.
Sin embargo María, inspirada por el Espíritu Santo, reconoce en este niño a un ser especial: esa vida que se desarrolla en su seno trae luz para toda la humanidad.
Un cántico de alegría, de gozo, de agradecimiento; también un cántico sencillo que brota del corazón y que conlleva una sabia profecía de lo que este niño significará para la humanidad.