Meditación diaria Bíblica

El ser humano

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Gálatas 3, 27-28
El ser humano, con el fin de darse puntos de referencias, de estar en su lugar, de mantener la calma, organiza lo real en categorías: dispone en serie, clasifica, delimita. Algunos encuentran su identidad oponiéndose a los demás. Para el cristiano, en Cristo, ese mundo ha terminado. «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni hombre libre…» Nos equivocaríamos si pensáramos que Pablo evocaba simplemente un cambio en la manera de ver el mundo, por el que llegaríamos a estar más libres de prejuicios, más abiertos a lo real. Algunos filósofos aspiraban a tal amplitud de miras. Pero para Pablo, se trata de otra cosa. No se trata de un punto de vista, sino de una realidad: «todos vosotros no sois más que uno en Jesucristo.» A partir de ello, hay que replantearse su propia identidad y el mundo, no por oposición, sino a partir de esa unidad.

En su carta a los Gálatas, lo que le interesa a Pablo por encima de todo, es el fin de la oposición entre judíos y no judíos (griegos). Perder esa orientación fundamental, la referencia religiosa, puede ser como un desgarro; Pablo llegará a decir que el mundo (ese mundo antiguo caracterizado por oposiciones) ha acabado para él (6,14). Ya no existe. Ha surgido un mundo nuevo con Cristo, una nueva creación (6,15).

La nueva unidad que caracteriza esa nueva creación se confunde con la propia persona de Cristo. Por medio de nuestro bautismo, hemos pasado a ser miembros de su Cuerpo y, en consecuencia, estamos unidos a todos los demás miembros de ese Cuerpo. Si Pablo puede llegar a decir: «ya no hay hombre ni mujer», haciendo claramente referencia al relato del Génesis (1,27), es que la respuesta a la soledad del hombre ya no está en la comunidad de dos, sino en esa amplia comunidad que se edifica en Cristo.

De la fe en la resurrección surge una vida de comunión. En adelante, el bautizado encuentra su identidad en esa comunión. Resucitado con Cristo no tiene más necesidad de adversarios para existir o definirse.
 Al vivir la fe en Cristo, ¿has perdido antiguas referencias y has encontrado otras nuevas? ¿Cuáles?
 ¿Por qué la necesidad de tener adversarios? ¿Qué es lo que nos puede liberar de ello?