Meditación diaria Bíblica

Señor, ten compasión de mi

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“¡Jesús hijo de David, ten compasión de mi! (Lc 18,38)

El Reino de Dios y su misericordia siguen actuando en la vida de Jesús, sobre todo cuando se encuentra con la fe de un ser humano pobre y necesitado. Grita a Jesús que necesitas su compasión y acoge a los están en los bordes del camino.

La curación maravillosa confirma la confesión mesiánica del ciego. Lo que había hecho Dios en él interiormente, se muestra al exterior. La fe en el Señor lo salva. Sigue a Jesús. Para hacerlo como discípulo hay que empezar por la profesión de fe: confesar que Cristo es el Señor. El camino hacia Jerusalén debe ser recorrido por causa del pueblo ciego. El ciego cree aunque no ve a Jesús; la multitud le amenaza: con sus gritos se trastorna el orden sagrado de la procesión. En el camino hacia Jerusalén, donde se consumará la historia de la salud con la muerte y resurrección de Cristo, recibe el ciego la luz de los ojos; el ciego, que por los judíos era tenido por muerto, es resucitado a la vida; el que era excluido de la comunidad cultual se convierte en discípulo de Jesús. Por su parte Jesús, que en su camino ha predicho su pasión, en el mismo camino halla discípulos.
Las obras de Jesús suscitan las alabanzas de Dios. El ciego sigue a Jesús glorificando a Dios. Gracias a él, el pueblo entero da gracias a Dios. El ciego, con su fe, reúne una nueva comunidad cultual. La imagen de la Iglesia se hace visible. A la elevación de Jesús sigue la alabanza de Dios por su Iglesia naciente.

ORACIÓN:

 

Jesús, abre los ojos de mi corazón
a la fe en ti,
para que te siga por el camino
alabando y glorificando
tu nombre.