Meditación diaria Bíblica

Palabra de Dios y amenazas

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Lc 10,13-16: ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida

Conforme a este castigo que se anuncia a las ciudades galileas puede calcular cada ciudad lo que le sucederá si repudia a los enviados de Jesús. Estas palabras las pronunció el Señor al abandonar Galilea, donde había trabajado en vano. Lo que había de ser salvación se convierte en sentencia de condenación, porque no se prestó atención al llamamiento a la conversión. La amenaza de castigo formulada por Jesús y sus enviados es un último llamamiento de Dios dirigido al duro corazón humano.

El enviado es como el que lo envía. En los enviados viene Jesús, y en Jesús viene Dios. La Palabra que pronuncian los enviados la pronuncia Jesús, y la Palabra de Jesús la pronuncia Dios. Aceptación o repudio de la Palabra de los enviados es aceptación o repudio de la Palabra de Jesús, aceptación o repudio de la Palabra de Dios. “Quien a ustedes los recibe, a mí me recibe; y quién a mí me recibe, recibe a aquél que me envío” (Mt 10,40). El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre que lo envió (Jn 5,23).

Entre los enviados, Jesús y Dios existe una cadena cuyos eslabones no se pueden separar. Jesús es el mediador. Para su mediación con el pueblo se sirve de los enviados.

El hombre es conducido a la salvación por medio de hombres. Nadie puede permanecer indeciso frente a la Palabra de Dios. El que no está a favor de Jesús, está contra él. El que no oye la Palabra, no la acepta y no la obedece, la desprecia.

ORACIÓN:

 

hAZ QUE TU PALABRA SEA MI ALIMENTO CADA DÍA PARA PERMANECER FIEL A TI, FUENTE DE MI DICHA. AMÉN