Meditación diaria Bíblica

Todo crítico es, al fin, ciego.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” (Lc 6,42)

Es una conducta inmadura corregir a otros sin ver los propios defectos. Nunca cambian tanto las cosas como cuando cambia uno mismo. No cargues con los defectos de los demás. Es un peso demasiado grande para ti. Cada noche aligera tu mochila de los fallos de los otros. Las mediocridades de los demás con muy complicadas para ti, déjaselas a Dios.

Un ciego no puede guiar a otro ciego: en esta instrucción de Jesús a la gente y a sus discípulos se ve una aclara alusión a los fariseos y maestros de la Ley. Ellos se han enceguecido con la propia luz de la Escritura al convertir la Ley en un yugo insoportable de cargar. ¿Cómo pretenden guiar al pueblo si ellos mismo no saben para dónde van? ¿Cómo mantener viva la esperanza del pueblo cuando la minucia de lo religioso la sofoca? Fijarse en la pelusa ajena sin darse cuenta de la viga que se tiene en el ojo. Con esto Jesús quiere advertir que no es legítimo cuestionar al otro por una pequeña trasgresión sin darse cuenta de que toda la vida es una gran equivocación. Sucede a menudo que nos ocupamos de pequeños detalles de la práctica litúrgica o sacramental, y nos olvidamos de la justicia y la solidaridad.

A veces se coloca por encima de todo la normativa y la formalidad, y nos olvidamos de la situación de las personas; pretendemos mantener el cascarón e ignoramos lo que va adentro. La invitación de Jesús es a realizar una revisión de vida a fondo, para detectar cuáles son nuestras propias cegueras y vigas que nos impiden vivir auténticamente el Evangelio del reino.

ORACIÓN:

 

Limpia tú, Señor, mis ojos.
Hazme bañar en la inocencia.
Así embelleceré a los demás con la mirada.