Meditación diaria Bíblica

El corazón, sede de tus pensamientos

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“¡Oh Dios! Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.”(Salmo 51,12)

El lugar en el que comienza el pecado, es en tu corazón. Donde se halla la sede de tus pensamientos. Y la estrategia del enemigo consiste en asaltarlos para hacerte ineficaz y vulnerable. Siembra la cizaña (Mt 13,39, incita al pecado (Génesis 3,1-6). Satanás es el padre de la mentira (Jn 8,44).

Sobre todo. No des ningún crédito a sus mentiras. Pues producirán malos pensamientos, para construir, en tu espíritu, ciudadelas de razonamientos, verdaderas fortalezas para encarcelarte y tenerte en las tinieblas. Las malas pasiones contribuyen a construir falsos razonamientos.

Cuando el que es esclavo del pecado se acerca a Jesús para ser liberado, tropieza con los muros de su prisión: el tornillo se aprieta, el enemigo lo acusa. Atrapado en sus garras, se siente sucio, culpable, indigno. Después vienen la tristeza, la amargura y la frustración.

Si tal es el caso, tiene que reaccionar y hacer capitular las fortalezas llevando tus pensamientos malos a la obediencia de la palabra de Dios.

Acoge la gracia con todo tu corazón para derribar las plazas fuertes y salir de la prisión como hombre libre.

Para conservar la vida de victoria, conviene poner en práctica todo para que se limpien los pensamientos, se purifiquen y se renueven.

Eso exige, por parte de quien desea vivir como victorioso, entrar en una vida de discípulo. Si se une al Señor y a sus palabras, si sed ocupa en servirlo, entonces conocerá la victoria total sobre las pasiones. La lectura diaria de la Biblia y una relación personal con Jesús son dos agentes esenciales en el proceso de renovación de los pensamientos. Una semilla de fruta no dará una legumbre. La vida victoriosa depende de la naturaleza de la semilla que recibas en tu corazón.

Jesús dice: “Santifícalos con la verdad: tu palabra es verdad” (Jn 17,17).
Siembra abundantemente la palabra de Dios en tu propio corazón. Siémbralo bien para que no quede lugar para la cizaña.

Una acción para hoy

No quiero dejarme dominar por pensamientos impuros que entristecen al Espíritu Santo. No escuchará al enemigo sino que llenaré mi espíritu de la palabra de Dios, caminando en pureza y obediencia.