Meditación diaria Bíblica

Señor, ven, me hundo

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!” (Mt 8,25)


Aunque aparezca muy oscuro el horizonte de la humanidad, la Iglesia celebra el triunfo esplendoroso de la alegría pascual. Si un viento contrario obstaculiza el camino de los pueblos, si se hace borrascoso el mar de la historia, ¡que nadie ceda al desaliento y a la desconfianza! Cristo ha resucitado. Vete ante el Santísimo Sacramento, ora y adora. Exponle tus oscuridades y fracasos. Dile: “O me salvas o soy un caso perdido”.

Mt 8,23-27: Increpó a los vientos, y vino una gran calma


En la denuncia profética de Amós nos encontramos con que Dios no se olvida de su pueblo, no sufre de esa “mala memoria” de la que muchas veces nosotros sufrimos; que no se hace el de “la vista gorda” ante las injusticias que se cometen contra los más pequeños y débiles, y que no teme ir en su ayuda, como puede llegar a pasar con nosotros. A Dios le gusta encarar a la persona humana, salir a su encuentro; y este mensaje de parte de él a la humanidad queda aun más claro en la lectura del evangelio.

Jesús adviene en las diversas circunstancias en las cuales estamos inmersos, como la Buena Noticia de Dios capaz de devolvernos la paz perdida por las tribulaciones. Asimismo es él quien nos cuestiona, con el ánimo de que no sigamos abrazando las tinieblas de nuestra indiferencia y soberbia, de nuestro egoísmo, aislamiento y demás actitudes que nos apartan del otro, que es nuestro hermano, hermana y madre, y que nos dejan solos e indefensos, vulnerables y sin fuerzas, prestos a sucumbir y perder la esperanza de transformar las actuales realidades de muerte en vida desde la persona de Jesucristo.

ORACIÓN:

Tú eres, Jesús, el pan de la salvación.
Tú eres, Jesús, el pan de los pobres.
Tú eres, Jesús, el alimento de todos los peregrinos