Meditación diaria Bíblica

Crítica a Jesús por Mateo

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Mateo 9, 9-13

“En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publi*canos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: -«¿Cómo es que vuestro maestro come con publica*nos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: -«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa 'misericor*dia quiero y no sacrificios': que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores'.

1. Vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo

Jesús va de camino, le urge el reinado del Padre, que la Buena Noticia llegue a todos, que cada hombre y cada mujer escuchen en su corazón, que Dios es Abba, que ama entrañablemente a todos. El Espíritu le empuja hacia la orilla, donde se encuentran los marginados, los que han perdido la ilusión de soñar lo nuevo, los que se entretienen con las cosas de este mundo.

Jesús va de camino con los ojos abiertos. Sabe mirar más allá de las apariencias, los prejuicios, las marcas sociales. Su mirada profunda llega al interior de las personas, allí donde se gestan la pobreza y la riqueza más radical del ser humano, sus actitudes de vida, sus opciones de valores, sus necesidades más fundamentales. Saber mirar le permite hacer eficaz su mensaje.

El orante tendrá que aprender a colocarse en la vida de tal forma que pueda ver las transparencias de Dios, los gestos sencillos en los que se esconde la vida, las búsquedas profundas de la humanidad necesitada de sentido, de Dios.

2. La mesa de todos

Jesús llama para estar con él, para vivir una amistad nueva. La comida-banquete es figura del reino de Dios. También los excluidos participan en ella. La llamada a Mateo ha abierto la puerta a la universalidad, ha hecho posible que los que estaban fuera se acerquen al amor del Abbá. La “llegada” de los “recaudadores” y “pecadores” para estar a la mesa con Jesús y los discípulos en el acto de perfecta amistad y comunión indica que todos han seguido a Jesús, le han dado su adhesión y comienzan una nueva vida.

Jesús llama a los orantes a expresar en un estilo nuevo de vivir su oración y a que ese estilo de vivir alimente una forma nueva de orar.

Orar es embarcarse en un proyecto de liberación de todas las razas y pueblos. Orar es emprender el éxodo hacia los demás. El otro y su sufrimiento nos impulsan a abrir los ojos y a mirar más allá. “Para la libertad nos liberó Cristo” (Gal 5, 1). La experiencia de Jesús nos conduce a la luz, nos hace más auténticos, da densidad a nuestra libertad y profundidad a la realidad. La oración nos hace misioneros; de ella brotan muchas iniciativas de renovación, de solidaridad, de comunión, de fraternidad.