El Pan de tu Palabra
Mt 25,14-30

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

La parábola de los siervos a quienes se le confían los talentos acentúa el contraste entre los servidores buenos y fieles y el malvado.
El reino de los cielos es un capital colocado en tus manos; no podemos dejarlo improductivo. Esta parábola nos enseña la verdadera naturaleza de la relación que debe haber entre Dios y el hombre. Es todo lo contrario de aquel temor servil que busca refugio y seguridad contra el mismo Dios con una exacta observancia de sus mandamientos.
Y lo contrario: relación de amor del que nace el valor, la generosidad y la libertad.
El siervo bueno y fiel es el que, superando el temor servil y la estrecha concepción farisaica del deber religioso, traduce el mensaje en actos concretos, generosos y valientes. Esperar al dueño significa asumir el riesgo de la propia responsabilidad.
A los que se mueven en el amor y asumen el riesgo de la decisión, se abren perspectivas siempre nuevas. Quien por el contrario se queda inerte y temeroso (v.25) deviene estéril y se le quitará lo que tiene. (v.29).
No basta no hacer nada malo, es necesario hacer positivamente todo el bien posible.
La parábola suscita el problema de la recompensa. Para comprender este tema no es necesario olvidar la relación de esclavo-dueño en la sociedad antigua, la paga aparece como una recompensa de gracias. El dueño no está obligado a pagar nada a su esclavo porque es suyo y por tanto es suya y debida a toda actividad del esclavo.
La llamada se dirige a la comunidad cristiana que vive en el tiempo entre Pascua y la parusía. Es el tiempo en el cual’ la comunidad está al servicio de Jesús y esto quiere decir concretamente al servicio del hombre.
La parálisis obra de en el tercer esclavo es provocada por el miedo en las confrontaciones de su dueño. El cristiano verdadero conoce a Dios como amor infinito y esto lo lleva a actuar con entusiasmo y dedicación.
Leemos en la 1ª carta de Juan:! Por esto el amo ha puesto en nosotros la perfección, porque tenemos confianza en el día del juicio… En el amor no hay temor, al contrario, el amor perfecto acaba con el temor, porque el temor supone un castigo y quien teme no es perfecto en el amor" (4,17-18).