El Pan de tu Palabra
Mt 19,3-12

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Con la pregunta de los fariseos sobre el divorcio aparece el amor todo en la pareja. Es la primera célula donde “dos se unen en el nombre de Cristo” (Mt 18,20). La intervención de los fariseos acusa a Jesús y a la novedad del Reino.
La pregunta: ¿Es lícito a un hombre repudiar a la mujer por cualquier motivo?" es importante. En el tiempo de Jesús la interpretación de Dt 24,1 contraponía los secuaces de dos escuelas rabínicas: la de Hillel que admitía el divorcio por cualquier motivo, u la de Shammai que exigía, como mínimo, una mala conducta comprobada, como el adulterio de la mujer.
La respuesta de Jesús supera la disputa interpretativa de los seguidores de Hillel y de Shammai. A la manera rabínica, él cita los relatos del Génesis 1,17 y 2,24 situando así la discusión a un nivel superior: el de la voluntad del Creador. La distinción entre sexos encuentra por tanto su origen en el Creador: es más una intención creadora vivida y revelada que un simple fenómeno de naturaleza.
Jesús cita Gen 2, 24: "El hombre dejará a su padre y madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne" (v. 5) para subrayar que es voluntad creadora de Dios que une al hombre y a la mujer. Cuando se unen, es Dios quien los une: la unión del hombre y de la mujer es el efecto de la palabra de Dios.
La respuesta de Jesús es clara: por voluntad explícita de Dios creador el matrimonio es indisoluble, no se puede divorciar por ningún motivo. Un texto de Malaquías (2,13-16) declaraba ya antes de Cristo que repudiar a la propia mujer es romper la alianza de Dios con su pueblo(cfr Os 1-3; Is 1,21-26; Jr 2,3; 3,1.6-12; Ez 16 e 23; Is 54,6-10; 60-62).
Esta respuesta de Jesús parece sin embargo una contradicción con la ley de Moisés, que permitía dar un certificado de divorcio, Jesús, nuevo Moisés, dice con fuerza que hay que situar el tema en sus justos términos: al amor de Dios que hace alianza con el hombre y le da la capacidad de superar la dureza del corazón (v. 8),es decir, la falta de docilidad a la palabra de Dios. La Ley expresa en Gen 1,27 y 2,24 no debería ser nunca modificada o abolida.
Frente a este “amor imposible” los discípulos reaccionan violentamente: " Si esta es la condición del hombre respecto a la mujer, no conviene casarse" (v. 10). Veían insoportable la exigencia de la indisolubilidad del matrimonio.: imposible que lo entendieran los hombres cerrados a la revelación de Dios, pero posible para quienes reciben de Dios la gracia de comprenderlo.
A los eunucos de nacimiento o hechos así por los hombres, Jesús añade una tercera categoría: aquellos “que se hacen eunucos por el Reino de los cielos" (v. 12). El eunuco es aquel que no puede hacer el acto de la generación. Los eunucos por el Reino de los cielos son ante todo, aquellos que, separados de la cónyuge o del cónyuge, siguen viviendo en la pureza.
Incluso donde la ley de Moisés permitía alguna indulgencia, el reino de los cielos exige y promete la comunión indisoluble de amor en el interior a la pareja y desaprueba todo acto que tiende a destruir la unidad sagrada del matrimonio como la estableció el Creador.



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