El Pan de tu Palabra
Jn 12,24-26

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Jesús explica cómo se realiza el designio paradójico de la vida mediante la muerte y cómo él llevará a cumplimiento su misión.
La pequeña parábola se la semilla que cae en terreno o muere es bastante expresiva y simple: la semilla es Cristo que, el grano, debe morir para ser fuente de vida para todos.
Sin la muerte no hay fecundidad, vida nueva y abundancia de frutos. La vida nueva que Jesús da es la consecuencia de su disponibilidad y de su muerte
.
El camino recorrido por el Maestro deviene la misma que debe recorrer el discípulo, porque es participando en su muerte como se goza de su gloria y de su vida. Sólo quien se pierde, se realiza.
El obstáculo más grande para la plena donación, y por consiguiente para la realización de sí, es el temor de perderse y sacrificarse en este mundo. Jesús advierte claramente a todo discípulo: la adhesión a sí mismo conduce al compromiso, mientras que la completa madurez consiste en la actividad del amor, en la donación que es servicio a todo hermano. Sólo quien se da totalmente a sí mismo por amor, lleva fruto y se abre a un destino pleno de vida eterna.
El servicio del v. 26 exige al discípulo identidad de vivencias e ideales con Jesús, colaboración en la misma misión, imitación hasta el sufrimiento y la muerte.
Esta orientación de vida en el seguimiento de Jesús va ligado a una recompensa asegurada: la certeza de estar unidos con él, de permanecer en el amor del Padre (cfr Jn 14,3; 17,24) y de recibir una “gloria “semejante a la del Hijo. Si el mundo despreciará a los discípulos de Jesús, el mismo Padre los honrará y los tratará como hijos (cfr Jn 5,44) revelándoles su amor (Jn 17,24-26).