El Pan de tu Palabra
Mt 14,22-36-21

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

El versículo introductorio reclama el clima que debía crearse en los discípulos y en la multitud después del milagro de los panes.
La intervención enérgica de Jesús a sus discípulos y a la multitud hace comprender el matiz que había tomado la situación. Los apóstoles, sumidos en el centro de una historia, comienzan a recubrirse de una fácil gloria y de una euforia difícilmente controlable El evangelista Juan recuerda que la gente había comido los panes, querían coger a Jesús para hacerlo rey re (Jn 6,14-15) Delante de esta situación Jesús manda a los apóstoles que se embarquen y se va al monte a orara (v.23; Gv 6,15).
El mundo es el lugar de encuentro con Dios. Jesús es el Hijo y por tanto tiene una exigencia infinita de estar con el Padre. Jesús es hombre y en el encuentro con el Padre encuentra constantemente la claridad y el valor para cumplir su misión..
En este texto se pueden captar algunas reminiscencias del cántico de Moisés tras el paso por el mar cuyas olas se levantan y sobreviene el miedo (Es 15). Estas anotaciones nos inducen a leer este relato como una teofanía dirigida a los “de la barca”, es decir, a la Iglesia del Resucitado. El Dios salvador del Éxodo salva nuevamente a su pueblo. El episodio es un símbolo de la comunidad cristiana perseguida : ella no debe temer, porque el Señor está presente.
Una reflexión especial merece el episodio de Pedro. La posibilidad de caminar por las agua depende sólo de la palabra “Señor, ven”, pues su fuerza está toda en su fe en Jesús puede repetir los mismos milagros de su Señor. Pero si falta la fe, el discípulo se vuelve fácilmente a las propias fuerzas del mal (representadas en la Biblia por las aguas impetuosas).
El viento representa el momento de la prueba.(Mt 7, 25.27) y el mar indica las fuerzas del caos (cfr Gb 7, 12; Sal 89, 10-11; etc.) en las condiciones que Dios ejerce con su poder (Sal 107, 25-30)ya en la creación (Gen 1,7), ya en la experiencia de la liberación (Es 14, 15-31).Jesús se revela a la comunidad de sus discípulos en medio de la dificultad de un mar agitado y confirma la fe, librándolos del miedo y de la duda.
El episodio de Pero es una especie de catequesis sobre la realidad del discípulo enviado a confiar plenamente en el Señor incluso en las situaciones que ponen en crisis su adhesión incontrolable de fe. En esta narración hay ciertamente un anticipo de la negación y de la conversión de Pedro en la borrascosa noche de la semana de pasión (Mt 26, 69-75), pero él nunca se ha rebelado a su fe que se ha convertido en ejemplar como lo ha sido su confianza.
Solo al fin la comunidad de los discípulos, educada en la fe en medio de sus pruebas, hace la profesión explícita de fe en Jesús: "Tú eres realmente el Hijo de Dios".
El tema central del relato es ,pues, la fe. La situación de Pedro demuestra claramente que la fe en Jesús no es exclusivamente razonable. Creer es atreverse. Quien se atreve se somete en quien cree,. La fe os obediencia (vv. 28-29). Quien practica la obediencia de la fe obtiene la participación en el ser, en los poderes de Cristo.
Jesús, a pesar de la creciente hostilidad de los jefes, se circuncida por innumerables personas que en su miseria física asienten la narración pone en claro que hacerse encargo de la miseria humana constituye un presupuesto indispensable para una transmisión del evangelio digna de fe.
El v.35 precisa que la gente del lugar reconoce a Jesús y difunde la noticia con toda razón: conocer a Jesús mueve al apostolado.
El borde del manto estaba destinado a llevar a la memoria la fidelidad a los mandamientos (Nm 15,37-39). El profeta Zacarías había anunciado que, en los tiempos mesiánicos, diez hombres (de todas las lenguas del mundo, según la traducción de los Setenta ) propusieron acerca del borde del manto: "Queremos ir contigo, porque hemos comprendido que Dios está contigo" (Zc 8,23 ). Es probable que Mateo piense en este texto: en el momento en el que la patria de Jesús no lo reconoce a él ni a su Reino, los pueblos paganos lo reconocen y los cura.
La misión de Jesús la recuerdan los discípulos. El es un profeta, pero sobre todo es un terapeuta. El anuncio del evangelio no es solamente la presentación de una doctrina, sino sobre todo un proyecto de salvación en la que se realiza el fin del pecado, de las enfermedades, sufrimiento, dolor. Es el primer compromiso que Jesús asume y manda a sus discípulos. Olvidarlo, con la excusa de los compromisos superiores del espíritu, es traicionar la voluntad de Dios. El banco de prueba de la fe proclamada por la Iglesia es el empeño fáctico sobre el plano humano e histórico (cfr Mt 7,21-23; 25, 35-46).
Jesús, Señor de la naturaleza y de la historia, libra del mal y de la muerte, miedos que atenazan y bloquean al hombre. Para superar estas angustias hace falta tener fe adulta que conduce a una visión confiada de la historia que es un cumplimiento de Dios.