El Pan de tu Palabra

Jn 15,1-8

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

En este relato Jesús les dice a sus amigos que se queden con él, en su amor para llevar mucho fruto y para gozar de alegría en plenitud. La expresión dominante de este texto es “permanecer en”, que repite siete veces.

Jesús se presenta como la vid de la verdad: de este modo afirma que es Cristo, el profeta definitivo esperado por los hebreos y fuente de la revelación plena y perfecta. 

En el Antiguo Testamento la vid simbolizaba al pueblo de Israel. El salmo 80 canta la historia del pueblo de Dios empleando la imagen de la vid que Dios que Dios ha traído de Egipto para transplantarla en Palestina, tras haber preparado el terreno.

La presentación  del Padre, como el agricultor que cultiva la vida identificada con Jesús, reclama el canto de amor de Isaías 5,1-7, en el cual el Señor se describe como el viñador que cuida la casa de Israel.

La vid-Jesús produce numerosos sarmientos, pero no todos dan fruto. Llevar fruto depende de la relación personal del discípulo con Jesús, de la unión íntima con Cristo. La obra purificadora de Dios en los discípulos de Jesús tiene como fin una fecundidad mayor.

Dios purifica a los discípulos del mal y del pecado por medio de la palabra de Jesús. Para Juan la purificación va aligada a la palabra de Cristo, es decir, adhesión, por medio de la fe, a su revelación.

Jesús habla de  la mutua inmanencia entre él y sus amigos. En el  paso final del discurso de Cafarnaún, él había hecho depender esta comunión perfecta entre él y sus discípulos de comer su carne y beber su sangre (Jn 6,56). La finalidad de la comunión íntima con Jesús, el fruto que cada sarmiento debe llevar es la salvación.

El hombre separado de cristo, que es la fuente de la vida, se encuentra en la incapacidad de vivir y obrar en la vida divina.

 Sin la acción del Espíritu Santo es imposible entrar en el reino de Dios (Jn 3,5); sin la atracción del Padre, ninguno puede ir hacia Cristo y creer en él (Jn 6,44.65).

Como el mundo incrédulo se encuentra en la incapacidad total de creer (Jn 12,39) y de recibir el Espíritu de la verdad (Jn 14,17), así los discípulos, si no permanecen unidos, no puede obrar nada en el plano de la fe y de la gracia (v. 5).

Quien no permanece en Cristo, vid de la verdad, no sólo es estéril, sino que sufrirá la condena del juicio final (v. 6).

Una consecuencia benéfica del permanecer en Jesús es la escucha de las plegarias de los discípulos por parte del Padre. La unión íntima y profunda con Jesús hace muy fecundos en la vida de fe y capaces de glorificar a Dios Padre (v. 8).