El Pan de tu Palabra

Mt 9,32-38

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Según las creencias antiguas la enfermedad era siempre provocada por un demonio. La curación por tanto por el diablo. Al milagro obrado por Jesús siguen en seguida dos reacciones opuestas: la gente cae en el estupor, los fariseos acusan a Jesús de expulsar los demonios por obra del espíritu de los demonios".

El contraste entre Jesús y sus opositores se hace cada vez mayor. Su perfidia palidece: estudian hasta el significado de sus milagros. En 12,32, por esta acusación contra Jesús, se le atribuye un pecado imperdonable.

La reacción adecuada a los milagros de Jesús es la fe. La maravilla y el estupor son, sin embargo, una reacción espontánea en la justa dirección de quien sabe acoger al menos un aspecto de la actividad prodigiosa de Jesús.

En el v. 35 Mateo introduce el segundo de sus cinco discursos, el misionero, dándonos una síntesis de la actividad de Jesús por enseñarnos que la misión de los discípulos será la continuación de la del Maestro. El lanzamiento de la misión de Jesús y de sus discípulos nace al ver a las multitudes “cansadas y desfallecidas como ovejas sin pastor" y la mies abundante a la que hacen falta operarios.

La actividad de Jesús que “iba por las ciudades y pueblos” para reunirlos a todos y salvarlos es el ejemplo que los discípulos enviados deben tener siempre ante sus ojos.

La misión de Jesús se sintetiza en tres verbos enseñar, predicar y curar. Tal será también la actividad de los misioneros que está por mandar a las “ovejas perdidas de la casa de Israel".

La imagen de la grey sin pastor es muy conocida en el Antiguo Testamento (Nm 27,17; Zc 13,7; Ez 34). 

Jesús dirige la acusación a los pastores de Israel de su tiempo (Mt 11,28). El quiere ser el buen pastor de su pueblo (Jn 10), y sus discípulos deberán continuar su obra con dedicación y amor gratuito (Mt 10,8; 1Pt 5,1-4).

Como Josué tomó el puesto de Moisés “para que la comunidad del Señor no fuese como un rebaño sin pastor" (Nm 27,17), así los apóstoles continuarán la misión de Jesús buen pastor.

Los discípulos reciben el doble mandamiento de orar al dueño de la mies e ir a trabajar en la mies (Mt 9,38; 10,5; cfr Lc 10,2-3). La oración es adhesión al plano de salvación de Dios y toma de conciencia de la llamada a colaborar responsablemente para su realización.