El Pan de tu Palabra

Mt 9,9-13

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

En este texto Jesús aparece como un profeta, un misionero itinerante que, al pasar, anuncia la palabra de Dios. El poder de su palabra se revela también en las transformaciones que opera interiormente, en el corazón de los hombres. Este relato nos enseña cuál debe ser la disponibilidad del hombre ante Cristo.

El hombre llamado por Dios, en este caso, es una persona que, ante los problemas religiosos es mal visto, hoy, por todos. Jesús, por el contrario, lo elige e invita a formar parte del grupo de sus discípulos.

La lección de la llamada de Mateo es criticada porque era banquero, pero lo dejó todo para seguir al Maestro. 

La escena del banquete en su casa inquieta a los fariseos (v. 11). Pero Jesús justifica su compromiso con el proverbio:" No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos" (v. 12), y después cita la Biblia:" Misericordia quiero y no sacrificios" (Os 6,6).

Jesús se dirige con preferencia a los pecadores porque tienen necesidad de  su presencia y asistencia, como los enfermos del médico. Los pecadores son enfermos, esto es, personas  moralmente desgracias e infelices, necesitadas de curación.

La cita de Oseas 6,6 representa el núcleo central de la voluntad de Dios: la misericordia. La caridad, pues, tiene el primado sobre todas las demás leyes. Por eso, Jesús la antepone al mismo culto a Dios (v. 13). El templo de Dios es el hombre (cfr 1Cor 3,16), no el edificio de piedra. La invitación de Jesús a dejar la ofrenda delante del altar para ir a buscar al hermano ofendido, nos viene a decir la misma enseñanza (cfr Mt 5,24). 

San Vicente de Paúl enseñaba:" El servicio de los pobres debe preferirse a todo. No nos deben esperar. Si en la hora de la oración tenéis que llevar una medicina al pobre, id tranquilamente. Ofreced a Dios vuestra acción, uniendo la intención de la oración. No debéis preocuparos y pensar que habéis faltado, si por el servicio de los pobres habéis dejado la oración. No es dejar a Dios, cuando se deja a Dios por Dios, es decir, una obra de Dios por otra. Si dejáis la oración por asistir a un pobre, sabed que hacer esto es servir a Dios. La caridad es superior a todas las reglas, y todo debe referirse a ella".

Si no se tiene en cuenta al prójimo, el culto es un servicio falso a Dios y contra el prójimo. La presunta justicia de los fariseos los hace injustos con el prójimo. Su presunto amor por Dios los autoriza a odiar al prójimo.

Jesús no ha venido a llamar a los justos o ambientes limpios, elegantes, ricos: ha venido a convertir los pecadores y a limpiar los ambientes. Invita a los fariseos a confrontarse con las Escrituras (Os 6,6) para entender si el comportamiento justo es el de ellos o el suyo. La confrontación, naturalmente, está a favor de Jesús. Sólo él cumple de modo perfecto la palabra de Dios y la felicidad de los misericordiosos (Mt 5,7).

La conclusión final:" No he venido a llamar a los justos" (v. 13)  parece contener una veta “cristiana” irónica en las confrontaciones de los fariseos de entonces, que se consideraban justos. Vale también para los fariseos de hoy.