Portal de Belén, de Dios es la estancia

Autor: Eulogio Díaz García

 

PORTAL DE BELÉN, DE DIOS ES LA ESTANCIA,
y en la oscura cueva, donde el río pasa,
donde el río lleva el agua que baila
y el rocío siembra la alegre mañana,
se hizo carne el Verbo la noche esperada.

Quería que limpia naciera aquel agua
y ser el espejo del sol que alumbraba. 
Sería la aurora de noche acabada.
La luz nacería. Nacería allí el alba,
Emmanuel, Mesías, que entonces buscaban.
Si entre los poemas, Sus palabras faltan,
no serán Sus notas, si la música falla,

Con ojos de soles, con manos granadas,
Su Cuerpo es el Hombre, Divina Palabra.
De Rey son Sus Pies, la Voz del que manda,
Su Gesto es historia: La creación creada.
Y allí, de rodillas, en la sombra blanca,
delante de un niño que no hablaba nada;
delante de un mar. Su sola Mirada
me dice que es Dios, del hombre morada.
Me dice que es verso si la rima canta,
la fuente del páramo, soledad callada.
Todo es de aquel Niño, que en silencio clama:
la bruma del día, del aire su calma,
las flores silvestres, la lluvia que abraza,
las blancas palomas con picos de plata,
las nubes del cielo que serenas pasan;
todo es de aquel Dios, con muda palabra.

Me fui a mi mismo con paz en el alma.
Portal de Belén, de Dios es la estancia.