Hacia una nueva dimensión

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: En la búsqueda de la felicidad.

 

El sufrimiento como amor que libera y redime.

Hemos seguido al pueblo de Israel por siglos a través de su proceso de crecimiento en conciencia. Nos hemos dado cuenta de la importancia que tiene el pensar y reflexionar personalmente y en grupo. Como el pueblo Judío aprende de sus errores y evoluciona en madurez a través de su historia. Israel, ya maduro, ha logrado hasta poder tratar el problema del mal y el sufrimiento con toda valentía y honestidad. Hay un notable crecimiento en conciencia desde la idea del sufrimiento como castigo, hasta la idea del sufrimiento expresada en el libro de Job.

Paul Ricoeur, citado por Cusson, indica que en el tiempo del libro de Job existe una contradicción en el pensamiento hebreo. Por una parte el pecado ha merecido un justo castigo en el caso de Adán y en el exilio y la cautividad en Babilonia. Por otra parte el sufrimiento representado en el inocente Job implica una terrible injusticia. El crecimiento del concepto de Dios, de un Dios de ética y moral ha aportado esta inexplicable contradicción. Hace falta ahora una respues­ta para resolver este conflicto. Sólo la presencia de una tercera figura, declara Ricoeur, anunciará la solución de esa contradicción: esta será la figura del «siervo sufriente» que hará del sufrimiento una acción capaz de redimir el mal causado por el hombre.

El libro de Job ha preparado el camino para esta misteriosa figura. El «Siervo Sufriente» del profeta Isaías abre una perspectiva totalmente nueva y radical en el sentido del sufrimiento. Tal parece que su proceso de conscientización ha llevado a Israel a una nueva dimensión del conocimiento.

Este nuevo significado va más allá del libro de Job y de cualquier otra explicación ofrecida por los libros de la sabiduría en la Biblia hasta ese momento. El Deutero-Isaías, segunda parte del libro de Isaías, fue escrito alrededor del año 200 A.C. doscientos años después del libro de Job (400 A.C.). A través de ese período de tiempo un crecimiento de conciencia ha ocurrido en la vida de Israel. Se ha profundizado el conocimiento de Dios por una purificación en que han tomado parte la sabiduría y la experiencia. El Siervo Sufriente le atribuye al sufrimiento un poder de redención y liberación. El sufrimiento puede significar amor, el darse uno a los demás. El sufrimiento, según Isaías, expía los pecados de los demás, y los rescata del mal. El sufrimiento del Siervo Sufriente trae justicia y perdón por amor. 

He aquí mi siervo a quien yo sostengo

mi elegido, al que escogí con gusto.

He puesto mi espíritu sobre él,

y hará que la justicia llegue a las naciones.

Yo Yahweh te he llamado para cumplir mi justicia,

te he formado y tomado de la mano,

te he destinado para que unas a mi pueblo,

y seas luz para todas las naciones.

(Isaías, 42: 1-9).

 

En el capítulo 53 de Isaías leemos asombrosas revelaciones: 

Sin embargo eran nuestras dolencias las que él llevaba,

eran nuestros dolores los que le pesaban.

Nosotros lo creíamos azotado por Dios,

castigado y humillado,

y eran nuestras faltas por las que era destruido,

nuestros pecados, por los que era aplastado.

Él soportó el castigo que nos trae la paz,

y por sus llagas hemos sido sanados.

(Is. 53: 4-5).

El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos,

después de cargar con sus deudas

Cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos,

e intercedía por los pecadores.

  (Is. 53: 11-12). 

Tal parece que Isaías está anunciando una totalmente nueva dimensión en la comprensión humana del sufrimiento, y más todavía, una nueva dimensión en el sentido de la vida como se conocía hasta entonces.

La interpretación del sufrimiento en Job había sido la más sensible y positiva que se había recibido de ningún otro documento histórico antiguo. Todavía, el sufrimiento así explicado era indudablemente un escándalo, especialmente para un pueblo que se decía creer en el Dios de la Vida. Aunque atenuado por una respuesta de fe, y considerado a la luz de la esperanza, el sufrimiento seguía siendo un escándalo.

El Siervo Sufriente de Isaías ahora se remonta a alturas completamente desconocidas hasta entonces, incluyendo la insólita visión positiva de la tradición judía. Este nuevo concepto envuelve el más profundo análisis del amor en su significado más íntimo: donación personal al máximo. El deseado y esperado Mesías es anunciado y descrito como sufriente, torturado, fracasado, y perseguido. La realización de la Promesa, la Estrella de David, el mensajero de Dios, vendrá al mundo como un perdedor, aparentemente fracasado, y humilde, por el bien de la humanidad: una víctima del amor. Para los oídos de la tradición Judía esta declaración tiene que haber sonado como otro escándalo. Sin embargo, después de seguir la experiencia del no fácil crecimiento del pueblo de Israel a través de su historia, su constante desarrollo de conciencia, y su proceso de maduración e integración, el Siervo Sufriente viene como su mayor y más brillante producto de la reflexión sobre la experiencia humana.

El Siervo Sufriente, redentor expiatorio de la humanidad, marca el más alto logro del entendimiento humano en la visión de vida del pueblo de Israel. La idea del Siervo Sufriente parece prepararnos el camino para una totalmente nueva dimensión de la vida y de la historia. 

Ahora llega para mi servidor la hora del éxito;

será exaltado, y puesto en lo más alto.

Así como muchos quedaron espantados al verlo,

pues estaba tan desfigurado,

que ya no parecía un ser humano

así todas las naciones se asombrarán,

y los reyes quedarán sin palabras al ver lo sucedido,

pues verán lo que se les había contado

y descubrirán cosas que nunca se habían oído.

(Is. 52: 13-15).

 

 

Parece ser que no tenemos más remedio que contar con esta nueva dimensión del entendimiento humano si queremos buscar la felicidad. Nuestra búsqueda de la felicidad, para todos los seres humanos, para todos los tiempos, tiene que estar ya definida en los misteriosos y profundos términos y la aparente contradicción del Siervo Sufriente de Yahweh.