La ley como ejercicio de responsabilidad y dirección de vida

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: En la búsqueda de la felicidad. 

 

 

Del Monte Sinaí Moisés trae la Ley. El pueblo finalmente la acepta con orgullo porque ésta realmente significa liberación y vida. Ahora ellos pueden mostrar a todas las civilizaciones vecinas que ya no son más nómadas incivilizados ni esclavos. Ya tienen una Ley, una constitución. ¡Ya constituyen una nación

No podemos olvidar que la Ley del Sinaí esta dirigida especialmente a un pueblo todavía primitivo y rebelde. Por lo tanto esta ley tiene que cubrir todo campo: religioso, moral, social, y político. Como hemos podido observar, para el pueblo Judío, la ley, la nación, y la religión son tres aspectos de la misma realidad. La Ley ahora los hace una nación libre dependiente sólo de Dios. Y ya no llamarán a Dios «el Dios de sus Padres», ahora será su Dios, el Dios del pueblo de Israel.

La Ley está escrita en el lenguaje del Pacto de la Alianza que empezó con Abraham, el pacto amistoso de una relación de amor entre Dios y los seres humanos. Este sagrado «compromiso» casi matrimonial requerirá una activa y verdadera fidelidad de parte de Israel. Dios, por su parte, será fiel, es y siempre será el Dios de su pueblo Israel.

Nos podemos dar cuenta que de que Moisés elabora la Ley por su experiencia espiritual y personal al encontrar a Dios. Esta ley es guía para el pueblo, una dirección para seguir, los medios para encontrar a Dios.

La ley de Moisés no tiene precedentes. En comparación con cualquiera de los sistemas legales de las civilizaciones circundantes la Ley de Moisés aparece como algo único y un verdadero cambio en la historia de las civilizaciones. La ley civil para todos esos pueblos vecinos usualmente significaba la voluntad arbitraria de la clase dominante y los gobernantes políticos. Las leyes religiosas de entonces, por otra parte, trataban solamente de los ritos y ofrendas de sacrificios para aplacar la ira de los dioses.

La Ley de Moisés constituía realmente un avance único en la historia. Tenía dos dimensiones: la vertical, que era amar y alabar a Dios, y la horizontal, amar y respetar a su prójimo. Las dos dimensiones están expresadas con casi el mismo énfasis y se refieren a una relación de amor con Dios y de unos con otros entre los seres humanos. El amor y no el miedo es el principio en donde se basa esta ley. La idea de justicia aparece claramente como la verdadera expresión de esa relación con Dios y entre ellos mismos.

La evolución personal, en la forma de una experiencia religiosa en los Patriarcas, se ha comunicado y ha sido aceptada por el pueblo como nación. El proceso de «decentración» o «identificación social» ha durado cuarenta años a través del desierto. Moisés sacó al pueblo de Israel de Egipto hacia la liberación. Por medio de la liberación de la ley Moisés los condujo hacia el futuro. El pueblo de Israel llega a la Tierra de Promisión lleno de fe y esperanza, después de un largo y penoso, pero dinámico encuentro con su Dios Viviente en el desierto.