La búsqueda de la felicidad en las civilizaciones antiguas

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: En la búsqueda de la felicidad. 

 

 

Desde el principio de la historia humana el ser humano ha tratado de encontrar respuestas a las mismas preguntas fundamentales sobre la vida. Estas mismas preguntas se mantienen actuales a través de todos los tiempos y nos llegan también ahora. Desde que el ser humano llega a crecer en conciencia se pregunta lo mismo: ¿Existe un propósito en la vida? ¿Tiene el ser humano verdaderamente un propósito en la vida?

La mayoría de las civilizaciones antiguas trataron de entender y explicar de diversos modos esas preguntas fundamentales de los seres humanos sobre el misterio de la vida.

Casi todas las civilizaciones antiguas parecen encarar a la vida con un punto de vista pesimista. Esta negatividad era lógica al encontrarse el ser humano indefenso y vulnerable ante la vida y su existencia. Siempre luchando hasta contra los mismos elementos de la naturaleza o contra el egoísmo y opresión de los unos y los otros, el ser humano parece estar siempre sometido y oprimido por todo y por todos. Casi siempre aparecerá como víctima de los dioses con un designio fatídico. Por otra parte el sufrimiento y la muerte, que siempre están presentes como contradicción a la vida, no parecen tener ningún sentido y siembran el desánimo y el pesimismo en todas las manifestaciones del ser humano.

Sin embargo esas civilizaciones seguían haciéndose preguntas fundamentales. No cesaban de investigar y razonar sobre el misterio de la vida. Desde las primitivas pinturas del hombre de las cavernas hasta las imponentes pirámides en Egipto. En las misteriosas sonrisas de las Korés y el sofisticado arte de los griegos. Siempre han aparecido respuestas e interpretaciones sobre el sentido de la vida.

 

Escojamos, de entre las civilizaciones antiguas, a la griega con que tanta familiaridad tenemos en nuestra civilización occidental, ya que el imperio romano al absorberla la llevó a ser fundamento de nuestra historia. Estudiemos también la civilización babilónica, que nos aportó la escritura con que fuimos capaces de comunicarnos por primera vez en la historia. Estudiemos la civilización hebrea que aportó a la historia una nueva visión espiritual universal. Aunque no debemos ignorar la riqueza de las civilizaciones orientales, nos vamos a concentrar en estas tres civilizaciones, primeramente porque de ellas nos han llegado extensos documentos literarios. En segunda, porque éstas han aportado indudablemente las mayores contribuciones a nuestro pensamiento occidental, y a lo que llamamos «mundo de hoy».