Lo que no es la felicidad
Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.
Libro: En la búsqueda de la felicidad.
Una felicidad que no considere ni incluya todos los aspectos de la persona humana no puede ser felicidad. Hemos nacido cada uno como seres únicos e individuales, pero también conocemos temprano en la vida que somos seres sociales, que nos necesitamos unos a otros, no sólo utilitariamente, como mantenía Rousseau, sino también espiritualmente, sentimentalmente. Además, sabemos que tanto lo individual como lo social necesitan de una dimensión espiritual y universal.
Nuestras relaciones humanas son parte importantísima de nuestra vida. La
familia, nuestras amistades, nuestros pequeños grupos y comunidades, son
imprescindibles a la persona humana en su vida diaria. Pero ese ser social,
parece demostrar nuestro mundo de hoy, no se puede conformar sólo con
pertenecer confortablemente a un grupo. La persona humana parece no tener
límites en su deseo de abarcar todo el universo. Ahí se unen lo individual y
lo social del ser humano. A pesar de nuestras propias limitaciones, existe
algo «cósmico» dentro de nuestro ser que nos llama a trascender por encima
de todo a ese misterioso universo al parecer más allá de nuestro alcance.
Hay también un sentimiento de responsabilidad social que nos llama a
y poder ser útiles al mundo.
De ahí deducimos que no podemos buscar la felicidad fuera de nuestro deseo de realización personal, psicológica, social, y hasta universal. No pudiéramos buscar la felicidad sin atender y considerar esa llamada trascendental que cada uno tiene dentro. Esta llamada tiene que ser actualizada en un contexto social con las posibilidades casi sin límites que nuestro universo nos ofrece.
Una felicidad que ignore al individuo y lo reduzca a ser un
número más en un conglomerado social, como han querido promover el comunismo,
el socialismo, y los dictadores de turno en tantos países, no puede ser
felicidad. Una felicidad, por lo contrario, que separe al individuo de los demás
con un egoísmo ciego buscando su propio bienestar sin importarle su
responsabilidad social, como proponen el capitalismo y el consumismo, tampoco
puede ser felicidad. Esto nos debe mover a reflexionar urgentemente, ya que las
dos vertientes que parecen regir el mundo social y político de hoy van por esos
dos extremos absurdos y al parecer incontrolables. Esa felicidad que nos reduce
a un nivel puramente animal o mecánico no puede ser la verdadera felicidad. La
felicidad no puede estar ligada a la deshumanización, y esos extremos, está más
que probado en la historia, deshumanizan y esclavizan a los seres humanos y
bloquean su total y trascendental desarrollo. Por eso en el mundo de hoy
muchos optan por escapar de la realidad en los vicios, ya sean drogas, alcohol
y sexo irresponsable, que les aseguran aparentemente una «felicidad» inmediata.
El caos de nuestro mundo de hoy, la guerras, injusticias, materialismo voraz, el
hambre y necesidad de unos, abuso del poder y la riqueza de otros, la ignorancia
culpable de la mayoría, provocan la apatía y el cinismo de muchos que podrían
remediar en algo esa situación tan crítica. Por otra parte, los escapismos, nos
dicen los psicólogos, aumentan la angustia y la inseguridad y sólo conducen a
un deterioro interno y externo de la persona y la sociedad.
Revisemos primeramente algo previamente necesario. Definamos lo que sabemos de
la persona humana, lo que somos, el propósito de la vida, el fin para que
existimos. Repasemos lo que el ser humano ha encontrado a través de muchos años
de experiencia, estudio, y reflexión.