El porqué de este libro

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: En la búsqueda de la felicidad.

 

 

En el mundo de hoy vivimos con ansias y tensiones que nosotros mismos hemos creado. La palabra estrés ya se está usando en casi todas las partes del mundo. Una vez un campesino en un remoto paraje de la República Dominicana me preguntó preocupado sobre una nueva enfermedad que, según él había oído, estaba matando a mucha gente. Se llamaba, me dijo, algo así como «L-3». Me intrigó al momento. Pero enseguida caí en cuenta de su pronunciación campesina que quita y pone las eses indistintamente. El campesino se refería al «estrés». 

En el mundo de hoy vivimos con ansias y tensiones que nosotros mismos hemos creado. La palabra estrés ya se está usando en casi todas las partes del mundo. Una vez un campesino en un remoto paraje de la República Dominicana me preguntó preocupado sobre una nueva enfermedad que, según él había oído, estaba matando a mucha gente. Se llamaba, me dijo, algo así como «L-3». Me intrigó al momento. Pero enseguida caí en cuenta de su pronunciación campesina que quita y pone las eses indistintamente. El campesino se refería al «estrés».

Y sí, tenía razón, le expliqué que era un mal que estaba matando mucha gente allá en los países desarrollados, y hasta en las mismas ciudades de República Dominicana. También le tuve que decir que, por ahora, él no tenía ningún problema, pues al vivir en esas montañas verdes, con un cielo azul brillante de día y estrellas incontables de noche, con una familia envidiable, no tendría problemas de contaminarse con esa enfermedad.

Si pudiéramos sacar tiempo para reflexionar, estar en silencio, algún rato al día, en vez de vivir en constante angustia y desasosiego, encontraríamos la inmensa profundidad que tenemos los seres humanos. Somos creativos, productores, trabajadores, pero vivimos en constante vorágine sin saber de dónde venimos ni adónde vamos. ¡No hay tiempo para pensar

Cuando era joven me impresionó sobremanera la expresión de Mahatma Gandhi cuando visitó Nueva York por primera vez en aquel entonces. Viendo Gandhi el alboroto y corre-corre de tanta gente en las calles de esa ciudad, preguntó: «¿Y esta gente cuándo medita?»

La reflexión es algo que nos distingue de las otras criaturas del reino animal. Aunque los animales piensan, ellos no saben que piensan. Sólo el ser humano es capaz de reflexionar, o sea pensar sobre lo que se piensa. Descartes con su «Cogito, ergo sum» ponía en el pensar la causa de saberse existir. Estaba reflexionando. El pensar nos conduce a aprender y a desarrollarnos.

El mundo de hoy no ha mejorado desde que Gandhi estuvo en Nueva York, y en muchos sentidos ha empeorado. No tenemos tiempo para leer ni reflexionar. Se vive una vida espectacularmente superficial. Muchos viven de sólo instintos compartiendo las «virtudes» de los animales. El vacío y la angustia acaban por destruir al individuo que sólo vive en la realidad que ve. La apariencia personal lo es todo y muchos viven tratando de retardar esa juventud que es parte del proceso de la vida, pero sólo una etapa. La juventud nos prepara para la madurez, para la sabiduría de la experiencia, para conocer nuestro papel en el universo, a transformarnos y crecer en conciencia. Pero no se puede vivir joven toda la vida ni con todas las operaciones estéticas que se puedan soportar. No se puede estirar la inconciencia adolescente, la del no hacerse responsable, por toda una vida. Frente a todas las banalidades y las distracciones que nos presenta el mundo, nos cae con todo su peso el misterio de la vida. Y la vida, tarde o temprano, nos tiene que hacer responsables y maduros para confrontar las preguntas fundamentales. ¿Para qué vivimos? ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Por qué el sufrimiento? ¿Por qué la muerte?

Es triste ver a una juventud desorientada y confusa buscando la felicidad en el placer momentáneo y en las cosas efímeras. Tal parece que el joven de hoy no tiene ni siquiera oportunidad de llegar a comprender el misterio insondable de la vida. Vive sin historia ni identidad personal. Parece que le tiene miedo a aprender, a arriesgarse, a conocer más allá de sus límites y limitaciones. Las presiones del ambiente lo acosan. Y lo natural es dejarse llevar, arrastrar por la corriente. Por otra parte, la humanidad está siendo cada vez más fragmentada. El joven no encuentra ya ni en la familia ni en los otros el calor humano donde poderse encontrar a sí mismo, encontrar a los demás, encontrar, en fin, su puesto en el universo. La competencia malsana nos hace desconfiar de todos, y esto destruye nuestros grupos naturales y hasta la amistad. La educación masivamente extendida está enfocada, no al encuentro con la sabiduría, ni siquiera a promover el pensamiento y la reflexión, sino solamente a preparar al individuo para encontrar un trabajo remunerador. Las universidades, cuyo nombre significa estudio del universo, parecen contradecir su concepto mismo, y sólo preparan al individuo para una especialización estrecha y cerrada, fuera del contexto universal.  

Este libro se refiere a la búsqueda de la felicidad, algo que todos estamos buscando. Pero la mayor parte de las veces la buscamos donde no puede estar y nuestra búsqueda se vuelve estéril y hasta destructiva para uno mismo y para los demás.

Buscaremos en la historia. Buscaremos en la evolución del pensamiento humano a través de siglos de experiencia. Experiencias interiorizadas, compartidas, y sobre todo, reflexionadas. Se han encontrado respuestas muy válidas a lo largo de la historia. Desde la historia antigua los babilonios, los griegos, los judíos y los romanos nos dejaron un legado. El ser humano indudablemente ha crecido en conciencia. El progreso técnico, social, y político aparece a nuestra vista en cada paso y lo vemos en los eficientes medios de comunicación que nos han hecho una comunidad global. Nos enteramos de los acontecimientos mundiales a los pocos segundos de ocurridos.

Sin embargo, parece ser que no hemos crecido interiormente en conciencia a la par del progreso técnico. Quizás a esos medios de comunicación no les interesa desarrollar ese aspecto del ser humano. Puede ser que ese aspecto importantísimo del ser humano «no venda», y en este mundo tan comercializado y consumista, los medios de comunicación no le prestan atención. Por lo tanto cada día más nos controlan y nos manipulan para que la economía siga rodando. Irónicamente, el ser humano de hoy se proclama más libre que nunca. Nos dice José Luis Martín Descalzo:

Nuestro orgullo de hombres del siglo XX parece consistir en habernos liberado de todos los yugos, en poder proclamarnos retóricamente libres. ¿Libres? ¿Fue alguna vez el hombre más esclavo? ¿Es libre el desempleado, el drogadicto, el atado al sexo, el uncido en la vanidad? Pero hay quienes, como sólo «obedecen» a su capricho, se creen que no obedecen a nadie. Sin descubrir que no hay amo más esclavizador. 

Este libro busca un camino partiendo desde el ser humano completo, físico y espiritual. No es un trabajo exhaustivo, sino que pretende hacer al individuo abrirse más a una realidad histórica en cuyo contexto nos movemos y crecemos. Pretende ayudar al individuo a cuestionarse ante tantos escritos que muchos pensadores con inquietud nos han legado a través del tiempo. Quizás este libro les sirva a muchos de acicate para seguir leyendo, investigando, y estudiar más a fondo todos estos temas que nos hacen despertar la mente, y seguir buscando...

Pero sobre todo este libro es una invitación a reflexionar. En el mundo de hoy hay muchas teorías, creencias y religiones, que aportan siempre algo positivo al ser humano que busca. Muchos hoy se vuelven al oriente tratando de encontrar una realidad profunda que la civilización occidental ha pasado por alto. Thomas Merton, gran místico de nuestros tiempos, murió en el oriente irónicamente electrocutado por un ventilador defectuoso General Electric. Merton buscaba esa realidad más profunda para incorporarla a su propia experiencia espiritual. Por otra parte, profetas de nuestro tiempo nos hacen recapacitar ante la vorágine de este mundo dominado por la superficialidad. La Madre Teresa de Calcuta, ante la vanidad mundana de hoy que sólo busca la belleza y el placer, murió gastada y arrugada, atendiendo con amor a los olvidados y despreciados.

Pero en este mundo al parecer dominado por las tinieblas, cuya violencia, materialismo, inconciencia y despilfarro, a veces nos deprimen, hay una esperanza. Lo sabemos con esa intuición interior que todos tenemos. El ser humano siempre puede elegir, optar por la luz y ser así mismo luz que disipe las tinieblas. Para quienes tomen esa decisión positiva habrá un mundo diferente. ¡Estamos en el siglo XXI, en el Tercer Milenio_ Hay señales que nos pueden indicar un camino hacia la felicidad. ¡Busquemos, que quizás el camino hacia la felicidad esté en la misma búsqueda_