El «EROS» se vuelve naturalmente «ÁGAPE»

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: Para no ser un rinoceronte más 

 

 

En su encíclica «Deus Caritas Est» el Santo Padre Benedicto XVI ha querido aclararnos de una vez por todas lo que significa el amor cristiano.

Como siempre se había identificado el concepto de «ágape» como el amor cristiano, el Papa insiste en aclarar que el concepto de «eros»  no está en su contraposición. Sí, el ser humano debe de estar orientado idealmente hacia ese amor «ágape» que se dirige a los demás. En eso consiste el insólito mandamiento nuevo que Cristo nos deja: ámense unos a otros como yo los he amado. Pero eso no significa que el individuo no necesite también recibir amor y sentirse amado. O sea, el individuo tiene que vivir dando amor y recibiendo amor: una integración del «ágape» con el «eros».

En el verdadero amor ocurre sorpresivamente un profundo fenómeno. El «eros» se vuelve naturalmente «ágape». El amor expresado al ser amado busca lógicamente complacer a ese ser amado, su bien y satisfacción. Sentirse amado incluye el desvivirse por el otro hasta el punto del propio sacrificio.  

Eso constituye el verdadero ideal del «eros» que quizás empieza egoístamente en la propia satisfacción. El «eros» se ha convertido en «ágape» que busca la satisfacción del otro y así se amplía hacia los otros, hacia los demás en los grupos sociales, las comunidades y hacia toda la humanidad como ideal.

Es ese el verdadero ideal del «eros» que Benedicto XVI quiere hacernos comprender: el «eros» tiene que llevarnos necesariamente al amor en servicio a los demás.