«Deus Caritas Est»

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: Para no ser un rinoceronte más

 

CARTA A LA HUMANIDAD  

PARA EL TERCER MILENIO 

        Mensaje de esperanza en el más grande misterio 

REFLEXIONES SOBRE LA

PRIMERA ENCÍCLICA DEL

PAPA BENEDICTO XVI

 

Como una  carga de energía nueva, la Iglesia (en especial los laicos que la componen) ha recibido las orientaciones y las aclaraciones pertinentes de un Papa teólogo de largo historial y experiencia.

En un mundo lleno de violencias, odios, contradicciones y pluralismos que crean confusión, es muy fácil perder el sentido de la vida y la dirección a seguir, tanto individual como social o comunitariamente. A pesar de las diferencias culturales, raciales y de lenguas podemos preguntarnos: ¿Qué tenemos en común todos los humanos?...

Y por ahí comienza a hablarnos el Papa, yéndose (al parecer) por encima de los problemas que nos aquejan hoy en día. Entre otros: las injusticias sociales, los contrastes económicos, la generalizada corrupción política, la delincuencia, la discriminación. Sin embargo, Benedicto XVI va a la raíz de todos esos problemas que no se pueden erradicar con soluciones tibias y particulares. Todas esas manifestaciones del mal nacen del egoísmo. Un egoísmo universal que nos ataca a todos y que parece estar apadrinado por los sistemas sociales y políticos actuales.

Como humanos compartimos los instintos del reino animal. Sin embargo, como seres racionales somos capaces de pensar y reflexionar, ser creativos, incluso yéndonos por arriba de los instintos animales. El ser humano es distinto. Lo que nos hace falta es sobreponernos y reflexionar ahora sobre esa fuerza o instinto espiritual que puede liberarnos de nuestro egoísmo animal. Esa fuerza misteriosa es el amor.

Ese es el tema escogido por Benedicto XVI para su primera encíclica: el amor que nos libera y nos hace seres espirituales, pero siempre con los pies en la tierra. Y desde la tierra descubrimos libremente a Dios que se ha estado revelando durante toda la historia como Dios Amor. Aunque los humanos con nuestros egoísmos y diferencias hayamos querido a veces hacer de Dios un dios de odio y venganza (como hoy en día también los fanáticos quieren proclamar), no podemos distorsionar siglos de revelación –en la Biblia y los Evangelios– sobre Jesucristo que dio su vida por la humanidad, sus amigos. En la primera parte de la encíclica, el Papa nos recuerda definiciones de las tres clases de amor que nos conviene repasar, ya que el mundo y la propaganda comercial nos hacen olvidar estos conceptos.

Hoy en día la mayoría de la humanidad entiende como amor, casi únicamente, ese sentimiento emocional que nos produce placer. El concepto griego «Eros» nos describe el amor erótico tan mentado en nuestras sociedades desarrolladas. Este concepto casi parece ignorar los conceptos de otras dos clases de amor, el amor filial de amistad y fraternidad, y el amor social y comunitario definido también por los griegos con la palabra «ágape». Estas dos clases de amor se caracterizan por el amor a los demás el cual incluye la compasión, el sacrificio y la donación personal por el bien de los demás; estas dos clases de amor se han identificado tradicionalmente con el amor cristiano. Pero el Papa nos aclara que el «amor eros» debe también reconocerse e integrarse en nuestra vida. Necesitamos amar, pero también ser amados. De esta reflexión podemos sacar ya aplicaciones prácticas tanto individual como socialmente.