«Ha estallado la paz»

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: Para no ser un rinoceronte más   

 

 

Así se titulaba uno de los libros sobre la guerra civil española de José María Gironella. En el mundo de hoy donde la paz no se conoce, tenemos esperanza en que algún día estalle la paz.

Cada día encontramos más señales de que la mayoría de los seres humanos no vive en paz consigo mismo. El ruido, la angustia que produce la ambición del consumismo, la competencia desmesurada en sus trabajos y profesiones, todo aparta de la paz interior. La paz social no existe por las injusticias que, cada vez más, revuelven nuestros países y llevan a las protestas y la violencia que, por consecuencia, ocasionan víctimas inocentes y más dolor. Los poderes económicos internacionales para los cuales la vida humana o el hambre de miles parece no importarles ni tener valor alguno. Esto no produce paz a nadie, ni a las víctimas ni a los victimarios... ¡Cómo quisiéramos que estallara la paz!

¿Y cómo encontrar la paz? ... Ese ruido de que ya hablábamos, no nos deja ni siquiera sentir el latido de nuestros corazo­nes, no nos deja ni pensar. Para que encontremos la paz hay que empezar haciendo silencio. Reflexionar. Recapacitar. Reordenar nuestras vidas. Buscar un sentido y dirección que nos haga encontrar la verdadera felicidad.

Esto no es fácil. Pero a menos de que ya estemos poseídos completamente por el mal, siempre tenemos una salida que, por supuesto, cuesta trabajo y esfuerzo. Pero, ¿qué mas digno para un ser humano que poder recapacitar, enderezarse y hasta pedir perdón? ¡Nunca es demasiado tarde!

Si no puede haber paz, no hay justicia. No puede haber justicia si no hay amor ni comprensión para los demás. Si nos damos cuenta que nuestro egoísmo bloquea el amor, la justicia y la paz, tenemos que cambiar nuestras vidas radicalmente. Y eso nos asusta. Nos agarramos de un clavo ardiendo y no soltamos con tal de no liberarnos de nuestro paralizante egoísmo

Sólo la fe puede salvarnos. Solamente una fe que nos incluya, que cuente con los demás y que tenga miras más allá de nuestras limitaciones y enfermedades de alma y cuerpo, sólo una fe profunda y real nos puede dar respuestas concretas para vivir. Pasan las religiones, las supersticiones, las devociones a ídolos y dioses de miedo y nada nos satisface.

Solamente las palabras de Cristo hace 2000 años tienen todavía sentido. Y sabemos el porqué. Cristo nos enseñó una actitud de vida que nos incluye como persona a cada uno de nosotros. Su mensaje está íntimamente relacionado a cómo nos comportamos con los demás. Por último, sus enseñanzas tienen palabras de vida eterna.

Donde caen todas las demás religiones porque ya no pueden tener sentido en este Tercer Milenio, el cristianismo, que no es otra religión más sino una revelación del mismo Dios, nos llega más claro que nunca. Es la única teoría de vida que no nos bloquea ni personalmente ni socialmente; al contrario, nos ayuda a trascender por encima de nuestros instintos y nuestros límites.

Si queremos tener paz interior. Si queremos vivir en un mundo de justicia y comprensión. Si queremos reconciliarnos y vivir todos en paz, tenemos que hacer el esfuerzo y buscar respuestas en el cristianismo. Primero la teoría después la práctica, aunque la una y la otra están unidas en esa actitud que Cristo nos enseñó.