La paz de lo animales

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: Para no ser un rinoceronte más  

 

 

Y ¿cómo va a haber paz en este mundo si seguimos tratándonos como animales?... En el reino animal, la violencia es parte de la ley natural.

A veces nos ofenden algunos programas de televisión que nos enseñan descarnadamente a los animales salvajes matándo­se y comiéndose unos a otros. Pero reflexionando, nos damos cuenta que esa es la ley de la jungla. Aunque nos disguste ver feos cocodrilos atacando a una inocente y bella gacela, así es la vida entre los animales. Ellos viven sometidos a sus instintos animales.

¿ Pero cómo podemos los seres humanos comportarnos como animales?... ¿Acaso no somos los únicos seres capaces de sublimar nuestros instintos y hacernos capaces de amar, construir, trabajar en grupo, formar familias, gozar de la amistad, y vivir en PAZ ?...

Raramente vemos en la televisión cómo vive y muere hoy día la gente en las naciones africanas y en muchos países de Latinoamérica. Decimos «raramente», pues esas noticias no son comercialmente vendibles y como desgraciadamente hasta nuestras agencias noticiosas están controladas por la «economía», esas informaciones son ignoradas. Sin embargo, la pobre­za espeluznante que sigue creciendo en el mundo no la podemos ignorar, ¡salta a la vista!.

Un reciente informe para América Latina del Fondo Monetario Internacional nos dice que pese al éxito en controlar las variables macroeconómicas –que se traducen en mayor estabilidad para los países la pobreza ha seguido en aumento. En el 2003 los pobres latinoamericanos eran 214 millones de personas, 14 millones más que a principios de los 90. La diferencia entre ricos y pobres sigue siendo la mayor del mundo, por encima de sociedades de Europa del Este o Asia. !Y nos confor­mamos con programas asistenciales de llevar medicinas y servicio que a veces ni siquiera valoran la dignidad humana de los asistidos!

Mons. Pedro Barreto, S .J., Arzobispo de Huancayo, Perú quien nos ha dado esos informe se pregunta: «¿Qué más debe­mos realizar, o qué cosas debemos rectificar, purificar, reorientar o priorizar?...» Por otra parte, de la América Latina, en las noticias mundiales se nos habla con desfachatez de los salarios de altos ejecutivos de muchas compa­ñías multinacionales. Uno solo de esos salarios podría desarrollar un país entero, no regalando dinero sino con programas adecuados de educación y desarrollo de conciencia.

Se acaba de honrar con el premio Nobel de la Paz a Muhammad Yunus, de Bangladesh, por crear una cadena de bancos para los pobres. Todavía encontramos en el mundo ideas e iniciativas que realmente ayudan económicamente y a la vez crean conciencia, más allá de las religiones y la política. ¡Todavía encontramos seres humanos con imaginación para hacer el bien!

El Papa Benedicto XVI nos alarma con su preocupación por el mundo occidental que excluye a Dios de toda manifestación económica, política o social. Sólo impera la razón y ésta, relativamente. El Papa nos invita a todos los que nos decimos cristianos a llevar nuestros pueblos a Cristo. Como discípulos estamos llamados a sentir, pensar, amar y vivir como Jesús, ser otros Cristos. Es la propia vida de Jesús nuestra fuente viva de inspiración.

No nos cansamos de decir que sólo el cristianismo tiene respuestas para el mundo de hoy. Hasta una declarada atea, la famosa periodista Oriana Fallaci, murió recientemente defendiendo el cristianismo como la única religión que puede salvar a la humanidad.

La figura de Cristo tiene que ser devuelta a nuestras nacio­es. Que nuestros pueblos en Él tengan vida. Las enseñanzas de Cristo tienen que ponerse realmente en práctica, no sólo en teoría. Pesa sobre nosotros aquel recuento del juicio final en Mateo 25. Jesús se identifica él mismo con el prójimo que sufre: 

Me viste con hambre, enfermo, solo, necesitado, y me ayudaste o me ignoraste