¡Crezcamos en conciencia!

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

Libro: Para no ser un rinoceronte más  

 

 

El mundo de hoy y los problemas que nos afectan, especialmente en Latinoamérica, nos están haciendo despertar de nuestro letargo. Estamos entrando rápidamente en una nueva dimensión.

Algo así pasó en Europa al terminar la Edad Media y el despertar del Renacimiento. De una mentalidad de rebaño con que hemos vivido por muchos años, estamos renaciendo a una nueva conciencia. Tanto en lo individual y personal como en lo social y universal, el mundo está reflexionando, preguntando, investigando¼ De esto saldrán muchas teorías, algunas absurdas y disparatadas. Al encerrarnos en nuestros propios problemas tendemos a perder la visión general y universal de este mundo pluralista en que vivimos. De ese encerramiento vienen los racismos, el odio de clases, las guerras y los fanatismos. De estas equivocaciones se está sufriendo bastante en los tiempos presentes.

Al encerrarnos no escuchamos los problemas de los otros, ni siquiera la voz de Dios que nos viene a través de todos con la Encarnación de Dios en la humanidad con Jesucristo. Si hacemos un esfuerzo y tratamos de entender las palabras de Jesús en los Evangelios, no podremos nunca ser fanáticos ni estrechos de mente. Hoy la Iglesia nos invita a pensar constantemente y, al crecer en conciencia, nuestra vida se vuelve una vertiginosa y dinámica aventura. Vemos cómo la Iglesia se ha convencido en adoptar la pedagogía del mismo Cristo en los Evangelios: hacernos pensar como personas vivas creciendo en conciencia. Los últimos Papas han pedido perdón por errores del pasado, sobre todos en la Edad Media. Y hoy vuelve, no a imponer obediencia ciega, sino a hacernos pensar y reflexionar y a ser responsables con el amor que Dios ha implantado en nuestros corazones.

Son nuevos tiempos, y tenemos que reaccionar, despertar y movernos ya en este tercer milenio. No podemos seguir viviendo y escondiéndonos como en la Edad Media. Tenemos una riqueza de historia que nos da una fuerza tremenda con esa visión positiva de la vida que sólo el cristianismo nos otorga por tradición. Habiendo aprendido del pasado, inclusive de nuestros errores, debemos de mirar hacia el futuro y ponernos «en forma» para afrontar los problemas del presente.

Nuestra Latinoamérica tiene una cultura y tradición riquísima. Tenemos integración de razas, aunque todavía en evolución. Tenemos la herencia de la cultura europea coloreada con nuestras propias culturas indígenas. Tenemos una tradición cristiana basada en la familia y la amistad, valores casi desaparecidos en otras partes del mundo. Por nuestro cristianismo, estamos constantemente invitados a participar en el desarrollo de nuestras sociedades, a buscar soluciones que no olviden el ser humano en toda su dignidad y expresión. En fin, tenemos los ingredientes, más que ningún otro continente, para encontrar respuestas que salven a la humanidad en peligro.

Pero para ser realistas, tenemos que aceptar nuestro propio egoísmo humano. Tenemos que controlarlo y hasta vencerlo para, con humildad, poder encontrar respuestas y soluciones prácticas.

No ignoremos nuestros defectos, no nos dejemos vencer por nuestros propio vicios. Cristo confió su mensaje de salvación a un grupo de hombres y mujeres comunes de su tiempo. Estos llevaron su mensaje con pasión y lo proclamaron con sus propias vidas. Y convirtieron el poderoso, materialista y ya decadente Imperio Romano. En este nuevo Renacimiento, llenémonos de aquella fuerza de los primeros cristianos que también llenó a tantos renacentistas para salir del oscurantismo de la Edad Media. ¡Dios está con nosotros siempre!