La razón humana no da esperanza.

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

¡Hemos tenido tantos fracasos que se nos hace difícil creer en nuevos “logros” de los hombres en el futuro!¡Solamente recordar las soluciones propuestas por el hombre sin contar con Dios en nuestra historia moderna nos llena de vergüenza!
 
Benedicto XVI en su encíclica sobre la esperanza, “Spe Salvi” nos ayuda a analizar esos “triunfos de la razón humana.” Pero, razón sin fe…
 
La Revolución Francesa, primero, parecía que nos traía una esperanza al reaccionar contra la injusticia y la opresión que las clases poderosas habían impuesto a la sociedad. La Iglesia también había sido corrompida por esos poderes. Cristo y el evangelio no estaban más al centro de esa sociedad. Sin embargo la Revolución Francesa terminó también corrompiéndose y todos esos logros de la razón y la libertad humana trajeron mayores horrores e injusticias.
 
 Karl Marx con su Manifiesto Comunista puso toda su pasión en la revolución política. El “cambio” proclamado supondría la convulsión y el abatimiento de toda la estructura de la sociedad burguesa. Pero este cambio imponía a la fuerza una doctrina social y política que negaba también la libertad de los seres humanos. Hoy todavía, a pesar del fracaso del comunismo, demagogos políticos siguen esgrimiendo la bandera comunista con colores más tenues, pero siempre con los mismos efectos y defectos. Solamente con ver los resultados en los países comunistas nos convencemos que esos dinosaurios no pueden ser resucitados y menos en la América Latina.
 
El error de Marx y sus seguidores fue el de olvidar que el hombre es siempre hombre, y que la libertad del hombre puede también ser usada para el mal. El verdadero error de Marx fue el materialismo, en efecto el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible redimirlo sólo desde fuera creando condiciones económicas favorables. Al ser humano le hace falta una fe en algo más grande que sí mismo.
 
Tanto en el siglo XIX como en el XX se tildaba a la fe como contraria al progreso. Sin embargo, “Todos hemos sido testigos de cómo el progreso, en manos equivocadas, puede convertirse, y se ha convertido de hecho, en un progreso terrible hacia el mal. Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el crecimiento del hombre interior, no es un progreso sino una amenaza para el hombre y para el mundo”, nos declara el Papa.
 
El hombre necesita de Dios, de lo contrario queda sin esperanza.“Por lo cual no cabe duda de que un reino de Dios instaurado sin Dios –un reino, pues, sólo del hombre- desemboca inevitablemente en el final perverso…” “Ciertamente”, continua el Santo Padre, “la razón es el gran don de Dios al hombre y la victoria de la razón sobre la irracionalidad es también un objetivo de la fe cristiana. Por eso la fe y la razón se necesitan mutuamente”.
 
Las revoluciones ideológicas que han negado a Dios siempre han terminado en el abuso del hombre por el hombre y con peores resultados. Hoy, 2000 años después, en medio de la confusión reinante, el Papa Benedicto XVI nos invita a reflexionar y subraya que “es necesario en la autocrítica de la edad moderna confluya también una autocrítica del cristianismo moderno que debe aprender siempre a comprenderse a sí mismo a partir de sus propias raíces”. Debemos de incorporarnos al dinamismo de nuestra fe cristiana volviendo a entender nuestras raíces. El mensaje vivo de Jesucristo en los evangelios continua a señalar el único camino de amor y paz que nos da esperanza en el futuro.