Hambre de Esperanza

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Si Nuestro Papa Benedicto XVI sigue con su enfoque genial de guiarnos con direcciones “pre-políticas”, es decir, enseñanzas que van anteriores y por encima de todo, a las profundas raíces de nuestra fe. Desde esas verdades fundamentales, podemos entonces aplicar y construir nuestra vida práctica en este mundo tan “revuelto y brutal”...

Como su primera encíclica sobre el amor, centro fundamental de las enseñanzas de Jesucristo, esta segunda encíclica “Spe Salvi” se dirige a hacernos pensar sobre la Esperanza , elemento también central y único de nuestra doctrina judeo-cristiana.

¿Y por qué la esperanza?

Basta recorrer un poco las noticias que circulan en nuestros medios de comunicación, para chocar con la grave realidad del mundo de hoy. Violencia, guerras, corrupción política, injusticias sociales, vicios que afectan a la generalidad de nuestras juventudes… Todo lleva a una consecuencia nefasta: la falta de esperanza en el futuro. ¡No vemos solución a los problemas mundiales!

Muchos son atrapados por esta desesperación activa o mortíferamente pasiva. ¿Para qué vivir? ¿Para qué luchar y trabajar? ¿Qué sentido tiene la vida? Por lo tanto, muchos, sobre todo los jóvenes, sucumben bajo esa actitud derrotista. Los vicios, el placer animal irresponsable, el consumismo, la delincuencia y ¡hasta el crimen!, la falta de interés en aprender y conocer la historia y su evolución, son meramente refugios de aquellos que conciente o inconcientemente se dan por vencidos. ¡Esos escapismos son una verdadera trampa!

¿Se ha perdido la esperanza globalmente?

Podemos irnos a un lado y a otro discutiendo y dando soluciones. Un extremo es el de volver a cierto oscurantismo del pasado con prácticas medievales ya obsoletas. ¡Ojalá fuera el verdadero pasado de revivir con pasión a Cristo y sus enseñanzas de los evangelios vivas de hace 2000 años!...Otro extremo es el de rechazar el pasado achacándole todos los males presentes y negando los verdaderos logros a través de los siglos.

Volver a ese pasado “a medias”, como algunos predican, resulta absurdo. Negar el pasado nos haría ignorar nuestro proceso normal de crecimiento en conciencia. Frente a esas actitudes extremas de las “derechas” y las “izquierdas”, no nos queda más remedio que actuar racionalmente y volver a revisar las verdades fundamentales de nuestra fe, como nos invita el Santo Padre con su encíclica “Spe Salvi”, en la esperanza fuimos salvados. Sólo la esperanza nos haría entender nuestro grave presente para poder volver a confiar en el futuro.

Al igual que el Papa nos hizo reflexionar con su primera encíclica “Deus Caritas Est”, ahora él nos guía a ahondar en la Esperanza. El amor sin esperanza no tendría sentido. La esperanza sin amor tampoco. El amor lleva una promesa de futuro, un buscar en esperanza, que nos premia con una la felicidad real y eterna. Por otro lado, vivir sin conocer el amor, ni amar ni ser amado, como explica el Papa en la primera encíclica, sería una fantasía que nos arrojará en el peor de los vacíos.

Estudiemos despacio y con atención en las próximas semanas esta iluminante encíclica de Benedicto XVI, para ver si podemos encontrar respuestas prácticas y no perder las esperanzas ante el sufrimiento del mundo de hoy.