Cultura de la Vida

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Después de haber denunciado a la decadente anticultura de la muerte, nos vemos obligados a anunciar, a toda voz, la cultura de la vida. Ya hemos venido sufriendo los trágicos efectos de esa anticultura de la muerte. El odio, la violencia, las injusticias sociales y la corrupción a todos los niveles, son indicativos de la deshumanización de una cultura sin Dios y sin amor.

 

No podemos quedarnos sólo criticando y lamentándonos amargamente. Tenemos una cultura de Vida que anunciar, una fe en la vida que se basa en el amor, la amistad, la familia y en el hacer el bien. Todo esto no nos viene solamente como una reacción al mal. La muerte y el mal son la ausencia de vida. La vida tiene que ser anunciada en acción, ¡dando vida! Esta cultura de la Vida no es una respuesta infantil ni escapista. La vida no se puede encontrar con respuestas que nos endroguen o embriaguen por un lapso de tiempo. Necesitamos respuestas de vida eterna.

 

Cuando Jesús enseñaba a sus discípulos una nueva actitud de vida en amor y servicio a los demás, muchos que se le habían acercado sólo por curiosidad y la novedad, empezaron a abandonarlo. La doctrina de Cristo de constante responsabilidad podía parecer dura e imposible de seguir. Cristo preguntó entonces a sus doce apóstoles. ¿Y ustedes, también se van a ir? … Pedro, siempre sincero e impulsivo, le contestó. “Maestro, ¿y adónde vamos a ir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”. Sin embargo, aquel Pedro lo negó más tarde, y los apóstoles lo abandonaron… cuando vino la persecución. Esto hubiera sido el final del cristianismo.

 

Pero vino la Resurrección, y los incrédulos finalmente creyeron. Pedro y Juan al ver la tumba vacía y los lienzos doblados. Tomás creyó, sólo después que metió sus dedos en los hoyos de los clavos y su mano en la llaga del costado. Los apóstoles quedaron en ridículo para toda la historia porque al haber recibido el mensaje de primera mano, no creyeron. ¡Y todavía hay algunos que dicen que ellos inventaron lo de la Resurrección! Si ellos hubieran inventado esta historia se hubieran puesto como héroes, por lo menos con un poco de más dignidad... Ellos creyeron al final cuando el mismo Cristo comió y bebió con ellos. De cobardes se volvieron valientes, se vieron responsables de llevar esta buena nueva al mundo entero y confirmaron su fe con sus propias vidas.

 

La cultura de la vida tiene que estar basada en ese triunfo de Cristo sobre la muerte. Su triunfo llega con un despertar a la responsabilidad y a la constante conversión personal y social. Este mensaje nos sigue llegando hoy para toda la humanidad, tan vivo y trascendental como siempre. Dejemos a los muertos que entierren a sus muertos y llevemos la vida, la vida eterna a todos los que sufren y a los que buscan la vida.

 

Este mensaje de vida que nos ha llegado 2000 años después, tan fresco y vivo, nos tiene que llenar de esperanza y alegría. Pero no una esperanza que se quede ya complacida con la fiesta del Domingo de Pascua y de  Resurrección y que el lunes vuelva a lo anterior. La esperanza cristiana nos tiene que llenar de fuerza y vigor cada día, a través de nuestros caminos. Y se hará de noche, pero volverá siempre un nuevo amanecer. Seguirá habiendo problemas y sufrimientos, pero ya Cristo nos ganó la victoria con su cruz. Al aceptar cada uno la cruz de nuestro vivir diario, viviremos constantes resurrecciones, nuevas esperanzas, nuevos desafíos. Siempre dando vida a los demás. ¡Esta es una cultura de vida! Y Él, que resucitó, estará vivo con nosotros a lo largo del camino. Como a los discípulos de Emaús, nos irá explicando a cada paso… y se nos descubrirá al partir el pan.