¿Tiene hoy el cristianismo una respuesta válida?

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

En medio de tiempos tormentosos donde todas las tradiciones se tambalean haciendo caer principios y valores, muchos atacan a la Iglesia Católica por seguir promulgando lo que ellos llaman una doctrina arcaica y obsoleta.

 

Analizando reflexivamente los movimientos filosóficos del mundo de hoy nos damos cuenta que las “nuevas respuestas” no están fundamentadas en la dignidad de la persona humana. Por ahí se caen todas esas teorías que denotan una adolescente anarquía. Quizás se rebelan a un pasado autoritarismo cuando la Iglesia era usada como poder político. Nuestro Papa del Tercer Milenio Benedicto XVI exulta una nueva etapa donde ya la Iglesia no es poder.

 

Cuando el Emperador romano Constantino el Grande en el siglo IV se convirtió al cristianismo, comenzó una nueva etapa en la historia del mundo y del cristianismo. De una Iglesia escondida en las oscuras catacumbas por la persecución, donde tantos cristianos fueron martirizados por su fe, ¡al fin se salió a la luz del sol! Pero se pagó un precio muy alto. El cristianismo se hizo “religión oficial” de aquel imperio ya en decadencia. La Iglesia, comunidad de cristianos, se convirtió en poder, y sus autoridades adquirieron un valor político.

 

En la Edad media las familias poderosas que fundaban nuevas naciones a través de Europa, se afanaban, hasta la violencia, por apoderarse del papado dando rienda suelta a sus ambiciones.

 

Esos tiempos de oscurantismo ya han quedado en el pasado y la Iglesia, como nos declara nuestro Santo Padre, vuelve a ser guía y orientación para todos los pueblos del mundo. Ya la Iglesia no se mete en política, sino que solamente denuncia las injusticias y los desvaríos que violan la dignidad de la persona humana. Sin embargo el papel importantísimo de la Iglesia consiste en anunciar una fe que unida a la razón, el sentido común, nos lleve a la justicia que produce la paz. Sólo el cristianismo tiene respuestas para la angustia en que vive el individuo en nuestro mundo alienante que tiende a convertirnos en tercos y violentos animales que viven para satisfacer sus instintos y ser consumidos por sistemas materialistas. Sólo el cristianismo tiene respuestas para crear sociedades sanas que respeten los derechos humanos y promuevan la responsabilidad entre unos y otros con el ideal del mandamiento del amor. Sólo el cristianismo tiene respuestas universales para todas las razas, naciones y clases sociales, que lleven a los seres humanos a un desarrollo de futuro con palabras de vida eterna.

 

Muchas religiones han caído como obsoletas, incapaces de resistir a los embates de la historia. El cristianismo también ha sufrido los ataques de los tiempos. Como mencionábamos en las palabras del Papa, cada vez que la Iglesia se desvirtuó haciéndose instrumento de poder, tratando de imponer la fe a la fuerza, traicionó la actitud de Cristo en los evangelios.

 

Es por eso que el Santo Padre nos insiste a todos a reflexionar como individuos, grupos sociales, naciones y continentes, Iglesia viva y dinámica con su mensaje siempre fresco.

 

Los problemas del mundo de hoy nos desafían a todos a ser responsables con nuestra fe. No podemos llamarnos cristianos y vivir tibiamente. Tenemos el deber de seguir creciendo, estudiando, aprendiendo lo que significó el cristianismo en la historia, pero sobre todo conocer a ese Dios, que se hizo hombre, amigo para salvarnos. Así comprobaremos cada vez más que el cristianismo es la respuesta universal para todos los tiempos: la única fe que nos hará unirnos en paz y con amor en un futuro de esperanza.