Está con nosotros hasta el fin de los siglos

Autor: Eduardo Rivas

 

 

¡Tantos ataques a la Iglesia!, ahora, hasta se pretende desaparecer su mención en las leyes de todo un continente. El Señor pide en todas partes más oración, cada vez más, cada vez en mayor perfección con mayor profundidad saboreando cada palabra que recitamos, como las recibe Jesús.... Y eso es lo que deberíamos hacer, orar con la profunda sencillez con que Él desea saborear nuestras oraciones. ¡No es para menos!

Las preocupaciones por cosas banales son las que nos hacen perder el sentido de la unidad y el amor que Dios quiere en nuestros corazones. No debemos correr cada uno por su lado como si no tuviéramos el mismo pastor. El secreto está en ver a Jesús, cada uno en el otro para ser uno entre nosotros y con Él, como lo es Jesús en el Padre y con el Espíritu Santo, uno solo, indivisible y eterno. El ANE, es una obra surgida del amor y la misericordia de Jesús, no la pongamos en juego como si fuera un club social o un grupo cualquiera. El Señor lo quiere unido, sólido dentro la Iglesia, uno ante los ojos de todos los cristianos de mundo.

La misión de evangelizar que recibimos en el bautismo, es enormemente importante, más allá de nuestra humilde percepción, pero es difícil. Los primeros Apóstoles aprendieron de las palabras, ejemplos y gestos vividos al lado del Maestro, nosotros debemos forjarnos en la fe, en el amor incondicional, aprender a oír y ver en los susurros y las inspiraciones que sutilmente nos hace llegar cada día en medio de tanto ruido.

Pero la dificultad y la diferencia radican en que ellos tuvieron que recuperar al hombre semi-salvaje e ignorante de su época, y nosotros trabajamos con el hombre dañado, herido, incrédulo, malvado y cruel, víctima de la sociedad actual.

La diferencia está en que los apóstoles lo vieron y comieron con Él, hoy, nosotros comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre para verlo en nuestros hermanos. Entonces al hombre le restaban miles de años por delante, a nosotros se nos acorta el tiempo por miles de años de pecado.

Nuestra misión es más importante porque en ésta época en la que no hay lugar para la imaginación todo se ve y se toca, tenemos que representarlo y hablarle al hombre del Amor y la Misericordia para despertar su cariño por un mundo futuro que no tiene fin...

¡Qué desafío hermanos, que desafío! Sin embargo tenemos algo a nuestro favor: Está con nosotros hasta el final de los siglos...

Es cierto, esta misión aceptada con tanto amor, es difícil. Nadie nos dijo que sería fácil o sencilla, pero tanto amor, tantos cuidados, tantos privilegios recibidos todos los días, son nuestro motor y nuestro aliento para seguir en la lucha incansable de llevar a nuestros hermanos hacia el Amor y la Misericordia derramada con tanta gratuidad para todos nosotros.