Matar o morir

Autor: Eduardo Orellana

 

 

La Vida nos ofrece en charola de plata dos opciones para elegir: matar por algo efímero o, por alguien o una causa justa, morir.
Y es que en esa disyuntiva constante del matar o morir se nos va a diario la propia vida o elegimos quitársela a otro.

Escogemos a diario ser Caín o Abel, actores del Odio o del Amor; seres distintos que, al verse de frente, deciden
un sendero tomar.

Matamos al cerrar por la fuerza la llave del aliento vital de otro ser (por odio, envidia, venganza o el contradictorio intento de recuperar violentamente la esperada justicia...obvio, así nunca se puede tener) o elegimos morir, permitiendo que nuestra flama se extinga muy lenta, en paciente entrega que hacemos por
amor y porque podemos creer.

Y es que el que mata siempre estará solo, pues destruye a uno más de sus semejantes (aunque no lo pueda reconocer como tal).
El que muere por alguien, se hace uno con éste, permaneciendo unidos en el hoy, mañana y antes (como el mar que ha disuelto a la sal)

Mata aquel que arrebata la flama de la vida de los demás, sea para preservar sus intereses, beneficios o su
propia vida.
Muere aquel que cede la flama de su misma existencia a otro ser para que, juntos, enciendan una luz aún mucho más grande; una que ilumine y que, por la manera en que arde, nunca se olvida.

Matar es arrancar de raíz una planta, en un intento soberbio por lograr que crezca como el egoísta quiere:
sintiéndose Dios.
Morir. es cultivar en un ser distinto, esperando pacientemente que la eternidad crezca en ambos lados; extender la propia existencia hacia el otro, borrando la línea de Dos.

Matar es el lenguaje de aquellos que hablan siempre de venganzas, de "no dejarse", de querer demostrar a otros que valen, de tomar la justicia por propia mano, pero siendo al mismo tiempo injustos.
Morir es la palabra que pronuncian las almas de los que se entregan y se desgastan diariamente en el darse a los más, porque pueden superan miedos y rabias, con alegría inmensa y convicción de amar.

Muere por amor un padre o una madre que dedica horas enteras de su existencia al bienestar de su hijo.
Muere por amor Jesús, el incomprendido hijo de Dios, después de haberse entregado, hacer cosas buenas e
inquietar a más de 12 conciencias.

Matar requiere tan sólo de unos cuantos, infames, instantes.
Morir requiere de toda una paciente y dedicada vida que ofrenda sueños, esfuerzos y dolor, inclusive a gente que viva en otros tiempos o que estén muy distantes.
Saber morir es de héroes, matar siempre será de cobardes.