El amor de un hijo por su madre es más fuerte que la eutanasia

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Estimado Hermano Don Miguel Martín Calderón, Superior del Hospital San Rafael, le ruego y agradezco que haga llegar estas palabras a la paciente Inmaculada Echevarría y a su hijo:  

Sra. Inmaculada: Los avatares de la existencia, le han hecho conocer el dolor y el sufrimiento al quedarse tetrapléjica y enviudar. Sólo usted conoce la verdadera cara de sus dolores y sufrimientos. Sin embargo para una persona con su enfermedad, no es solución la eutanasia activa. La muerte es el destino que Dios nos tiene prefijado desde nuestro nacer a la vida humana. Mientras llega, nuestras fuerzas se han de entregar a la vida de los hijos y de los seres queridos que nos aman y quieren vivir junto a nosotros, sean cuales sean las condiciones físicas y mentales por las que pasemos. La muerte asistida y propiciada, el suicidio asistido y manipulado por los poderes del egoísmo político y social, quieren sustituir el amor de Dios, el amor entre los hijos y los padres, el amor entre las familias y los amigos, por la nada, por la mentira y el menosprecio a la vida compartida en plenitud.

Usted, ha recuperado a su hijo que un día entregó en adopción porque la distrofia muscular que padecía, le imposibilitaba darle los cuidados necesarios que precisa todo recién nacido. Su hijo ha vuelto a su lado para darle la felicidad junto a él y su familia. Es la más humana y misericordiosa acción que la que le ofrecen los mercaderes y la burocracia del derecho a morir indignamente para desconectarla del amor a su familia y a la vida. El amor de un hijo como el suyo, es mucho más fuerte que la eutanasia y que todos los males habidos y por haber en nuestro mundo. Es el amor que le ayudará a vivir y a morir con dignidad.

¡Ánimo, y junto a su hijo volverá a saber lo que es vivir por amor, sin miedo al sufrimiento!

Un fraternal y afectuoso saludo en nombre de Dios y de la vida por Él creada.