El silencio de Occidente ante el islamismo radical

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Occidente, se ha quedado mudo ante las respuestas violentas y fanáticas del islamismo radical e integrista al discurso del Santo Padre, Benedicto XVI, en la Universidad de Ratisbona, que no dice sino lo que es obvio e indiscutible desde la razón y la fe bien aplicadas y entendidas en las coordenadas de la  Civilización de Occidente: la Religión no se puede imponer por la violencia porque es incompatible con la libertad del hombre. Nuestro Santo Padre, Benedicto XVI, ha dicho[1]:  

 (…) “la difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. <<Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por lo tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas…(…) ni de ningún otro medio con el que pueda amenazar a una persona a muerte…>>” (…)

(…)Dios actúa con el <<logos>. <<Logos>> significa tanto razón como palabra, una razón que es creadora y capaz de comunicarse, pero, como razón” (…)

(…)El amor del Dios-Logos concuerda con el Verbo eterno y con nuestra razón, como añade San Pablo es <<lógico>> (Cf. Romanos 12,1)” (…)

(…)”En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a encontrar este gran <<logos>>, esta amplitud de la razón” (…)  

Occidente, guarda silencio, y no da una respuesta razonable desde los principios y derechos fundamentales que forman parte de sus democracias constitucionales, uno de los cuales es el de la libertad de expresión. El Occidente hipersecularizado, guarda silencio ante las palabras justas y comedidas del Papa Benedicto XVI. Se guarda un silencio complaciente, en el lugar del planeta donde nacieron los Derechos Humanos que tanto se violan y olvidan en las teocracias islámicas, en las dictaduras socialistas, en las democracias totalitarias y formales como la del nacionalsocialismo-laicista antiespañol, o en las democracias populistas y bananeras de Hispanoamérica.

Occidente, Europa, ni es capaz de responder con el inmenso bagaje de la Filosofía y que ha recibido de la cultura grecorromana y que se ha ido aquilatando con el pensamiento cristiano y de la Ilustración.

Occidente, renuncia, pues, al pensamiento crítico de la Filosofía y de la Religión, ya que se ha quedado paralizado en las dictaduras del relativismo, del laicismo, del cientificismo y del multiculturalismo desintegrador de civilizaciones. Las ideologías políticas de Europa, ya sean neoliberales y no digamos neomarxistas-socialistas, se aferran a esas cómodas y rentables dictaduras porque han agotado la lógica en sus discursos y proyectos políticos.

Occidente, Europa, y en buena medida también América, desde el siglo XX, han entrado en la dinámica nihilista de un laberinto sin pensamiento ni espiritualidad definidos y sólidos. Han renunciado al Cristianismo que les dio sentido de unidad espiritual, al relegarlo al ámbito de la vida privada del individuo disgregado, desgajándolo de sus ámbitos naturales: el social y comunitario, el intercultural y universal.

Por contra, el islamismo tanto en sus lugares de nacimiento e invasión (África, Asia, Oriente Medio) como en los lugares de expansión silenciosa (Europa y también América), ha conservado la unidad espiritual. Si las civilizaciones pierden la unidad espiritual y filosófica que les da fuerza y mantiene vivas, las puertas a la desintegración de las mismas se abren de modo inexorable a los integrismos, a los fundamentalismos y a los totalitarismos, al terrorismo. Pero además, es que Europa, la Unión Europea,  no es que sólo haya renunciado a la unidad espiritual y de pensamiento crítico y plural, es que también ha renunciado a la integridad territorial, cuando en el proyecto geopolítico y económico de sus responsables políticos, han propuesto la entrada de la República de Turquía, que siempre ha pertenecido muchísimo más a Asia que a Europa: el 97% de su territorio está en Asia, y donde el 99´8 % de su población es musulmana. El 0´2 % son judíos y cristianos, minorías religiosas extralimitadas en sus derechos fundamentales. Una prueba más de que Occidente, ha perdido ya no sólo lo que significa el diálogo de la fe y de la razón para encontrar un sentido humano y transcendente a la vida en libertad, sino hasta del propio significado de nación y de las naciones históricas que conforman a Europa.

Los europolíticos nos gobiernan desde las obsesiones por la buena marcha del sistema económico porque han renunciado a los valores espirituales y filosóficos, y en su degradación, han confundido la justicia social y moral con el bienestar material de los europeos. Los europolíticos, saben, porque ya se han encargado ellos mismos de adiestrarlos, que, a los europeos se les engaña enfocándoles sus vidas individuales hacia la ganancia y los beneficios de la sociedad de consumo y del pansexualismo. Han convertido y corrompido las democracias constitucionales en plutocracias, pues, gobiernan los grandes poderes económicos y políticos como son Alemania, Inglaterra o Francia. Éstas grandes potencias, cuando en los siglos XIX y XX colonizaron Asia y África, lo hicieron por razones materiales o económicas y no de interculturalidad. Fueron incapaces de transmitir el espíritu crítico, el pensamiento, la democracia y la espiritualidad del amor fraterno y la misericordia del Cristianismo. Si así lo hubieran llevado a cabo, las naciones de África y de Asia que se independizaron, hubieran desarrollado un islamismo moderado y pacífico, más dialogante con las otras religiones y con otras formas de pensar y sentir la existencia.

El islamismo, desde sus orígenes hasta ahora, no ha sufrido ninguna evolución ni transformación teológica. Siguen firmes en unidad de fe, en Asia, África, Europa o en  América. Los musulmanes sienten que esa unidad espiritual es inquebrantable.

Europa, Occidente, en cambio, considera que la unidad espiritual y la unidad en un  pensamiento crítico, diverso y plural, no tiene ya sentido en este siglo XXI. El Cristianismo, la Religión Católica, la filosofía griega, moderna y contemporánea, se presentan como algo dudoso e inservible para la amorfa masa de ciudadanos que ignoran las raíces de su propia cultura. La unidad en la diversidad de Europa, ha perdido su valor político, sagrado, cultural y hasta social.

Occidente, al no dar una respuesta coherente al fundamentalismo religioso islámico, como la ha dado su Santidad, Benedicto XVI, muestra que su alma está rota, dividida por intereses políticos y económicos, por los intereses de las dictaduras del relativismo, del laicismo, del cientificismo y del multiculturalismo desintegrador de culturas y civilizaciones.

Como Europa, como Occidente, no recupere la unidad primigenia que da sentido a su civilización (el Cristianismo y el pensamiento crítico y plural, donde la razón y la fe tengan cabida) su marcha hacia la desintegración, está asegurada.


[1] EWTN, Noticias, Discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, 13-Septiembre-2006-ZENIT.org/ Servicios de Noticias.