La LOE del Ministerio de Instrucción Pública

Autor: Diego Quiñones Estévez

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En el fondo oscuro y totalitario de la LOE, se oculta una violación al derecho fundamental de los padres como es el de su plena libertad para elegir el sistema educativo que deseen para sus hijos. La educación que se nos quiere imponer es la del estado intervencionista y totalitario que es juez y parte de una escuela laica, pública, única y obligatoria. Su concepción reaccionaria de la educación coincide con la de los sistemas totalitarios de izquierdas y de derechas que tan funestas consecuencias dejaron en España y en Europa durante el siglo XX. Ellos, tan proteccionistas y paternalistas, concebían la educación como un servicio público y exclusivo del estado, cuando en realidad la educación ha de ser y es en los países con democracias constitucionales bien aquilatadas por la Historia, una actividad de libre interés general. Es decir, los gobiernos, el estado, tienen el deber de garantizar un sistema educativo que permita una educación con la mayor pluralidad posible para hacer realidad el derecho humano y constitucional que los padres tienen para educar a sus hijos según sus convicciones y creencias.

Si no es así, aprobada la LOE, lo más consecuente es que el Ministerio de Educación y Ciencia, ya no se llame como tal sino como corresponde a lo que es la LOE, o sea, que su nombre, por coherencia histórica demostrable, debería ser el de Ministerio de Instrucción Pública. Como se llamaba antes y en tiempos de la II República (1931-1936) y después en la Dictadura franquista (1939-1975).

Por estos desmanes inicia su andadura la LOE, que parte de unos presupuestos y objetivos bien programados que buscan la instrucción pública desde la ideología en el poder. Ahí está su signo más visible de manipulación en las aulas: la asignatura, obligatoria para todos los educandos, “Educación para la ciudadanía” y el arrinconamiento anticonstitucional y contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la asignatura voluntaria de Religión.  A través  de la “Educación para la ciudadanía”, se hará realidad práctica las teorías del laicismo radical y antirreligioso, transmisor de la ideología de género neomarxista, transmisor del laicismo de las orgías perpetuas y la promiscuidad sexual. Para impartir esta materia, es de suponer que el Ministerio de Instrucción Pública, tendrá que habilitar un cuerpo de profesores-milicianos de la cultura popular laicista, porque es muy dudoso que en nuestra democracia constitucional se encuentren profesores dispuestos a impartir la pedagogía exclusivista del poder político.

Recordar lo que ha sido nuestra Historia, es tomar conciencia de lo que nos espera si volvemos a cometer los mismos errores.  Si el presente al que hemos llegado, ya es confuso para la educación de nuestros hijos, debido a los fracasados sistemas de enseñanza y al relativismo amoral y laicista, nos jugamos el futuro de las generaciones venideras, que es el futuro de la cultura, de la educación, de la política y de la vida en libertad y en el bien común de España.