Richard Serra y los iconoclastas del simbolismo religioso.

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

¿No habrá sido el laicismo radical sin límites, que ya no sabe ni lo que hacer ni lo que inventarse para ir devastando nuestro patrimonio cultural y espiritual, quien ha hecho desaparecer una de las macroesculturas de Richard Serra? ¿O lo mismo ha sido la desidia y la negligencia irresponsable de los iconoclastas del laicismo antirreligioso que invade los museos y archivos, las bibliotecas e instituciones culturales en manos del poder? Sea como sea el caso es que nos ha desaparecido como por arte de magia, nada y nada menos que una escultura de cuatro bloques de acero de 38 toneladas de peso del escultor minimalista estadounidense Richard Serra (1939), titulada Equal-Parallel/Guernica-Bengasi (1986), ubicada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía desde 1987, y que luego fue depositada y olvidada en los almacenes de una empresa que se hundió en la quiebra.

Ni el mismísimo mago e ilusionista David Copperfield se atrevió a tanto, porque si hizo desaparecer, según cuentan los aficionados a los juegos malabares de prestidigitación, a uno de los símbolos más esenciales de Norte América, como es La Estatua de la Libertad de Nueva York, al menos avisó a todo el mundo, y devolvió los 46 metros del altura y las 225 toneladas, a su lugar en la que se levantó para gloria de los que aman la libertad y no la desaparición de las imágenes y de los símbolos que engrandecen al hombre y rebajan a los iconoclastas a los basureros de la barbarie y la incivilización. Estados Unidos acogió con gratitud este obsequio de Francia en el centenario de su independencia (1886). El escultor de la misma, el francés Frédéric-Auguste Bartholdi (1834-1904), se sintió orgulloso por tan majestuosa y simbólica obra, como también los españoles nos sentimos orgullosos de las obras de Richard Serra que están en España, y que no nos han salido gratis como lo fue para los norteamericanos La Estatua de la Libertad. La obra desaparecida nos ha costado a los bolsillos de los españoles 217.000 euros.

La arquitectónica escultura minimalista de Richard Serra, tiene unos orígenes religiosos como el mismo ha confesado. Así, uno de sus más influyentes artistas ha sido el atormentado arquitecto del barroco italiano Francesco Borromini (siglo XVII) y más en concreto se ha inspirado en la iglesia de geometría modular de San Carlo alle Quattro Fontane (1634-1641) en Roma de planta oval donde abundan las formas cóncavas y convexas, elípticas y onduladas, y cuya cúpula elíptica ha sido el punto de partida de la creación de sus obras escultóricas complejas de líneas curvas y elípticas gigantescas que simulan movimiento en el espacio donde se las sitúa. Esto se puede comprobar en la Colección Permanente del Museo Guggenheim de Bilbao donde está su obra de 1994-97 Snake (Serpiente) de 31,65 metros de alto, 4 metros de alto y más de 6,8 metros de ancho. Y no sólo la inspiración en la arquitectura y escultura cristiana católica sino también en el budismo Zen como él mismo ha manifestado cuando en un viaje a Japón en 1970 visitó los jardines de Zen de Kyoto y se embebió de la armonía asimétrica y de la sencillez de sus perspectivas simbólicas y transcendentales.

De nuevo, así ha sido y ha acontecido en España, un expolio más de la España desvencijada de su patrimonio cultural y constitucional por las manos negligentes y traicioneras de los iconolaicistas confabulados con los poderes de la democracia formal, consensuada y conchabada de unos cuantos a espaldas de los españoles de a pie que nos quieren quitar el carné de nuestra identidad cultural por el simple hecho de pertenecer a la nación española. Los iconoclastas, de forma oculta y cobarde, han dejado volar la escultura de 38 toneladas que debería estar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Se ha cometido un delito contra el patrimonio del Estado Español que debe aclarar la Brigada de Delitos contra el Patrimonio Histórico de la Policía Judicial.

Esperemos que este despropósito anticultural no desemboque en un decreto contra el culto y la contemplación de imágenes simbólico-religiosas al estilo de los edictos de los que llevaron a cabo entre los siglo VIII y IX dC., los emperadores cesaropapistas del Imperio de Bizancio como León III el Isaurio (680-741), su hijo Constantino V (741-775), León V (775-820), Miguel II el Balbuciente (820-829) y Teófilo (829-842):  todos ellos déspotas promotores  del movimiento herético de los rompedores de imágenes o iconoclastas que sentenciaron a tantos cristianos católicos del Imperio de Oriente a la persecución y al martirio. Tal y como van los derroteros bizantinos de la política cultural nacional-socialista, no nos extrañaría que un día de estos nos lanzasen un decreto o una ley iconoclasta a la cabeza como una pedrada, símbolo hecho realidad de la inhumana lapidación en ciertos lugares innombrables del planeta.

No sabemos cómo ha sido el conciliábulo para hacer desaparecer la estatua Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, como quien comete un crimen y luego oculta el cuerpo del delito no se sabe dónde, que, ya es enigmático para tan mastodóntica escultura saber en qué lugar la han enterrado viva o muerta.

Pero todos los enigmas más tarde o más temprano tienen su explicación científica y racional, que, en este caso, parece que tiene una connotación anticristiana: los iconoclastas quieren que desaparezca la fe de los españoles por las malas artes de la destrucción y desaparición de las imágenes y símbolos religiosos que les estorba para su proyecto nihilista de hacer tabla rasa y no dejar ni las cenizas de nuestra cultura, igual que hacían los antiguos ejércitos cuando entraban en la ciudad emblemática del país a someter y a rendir: arrasar hasta los cimientos, llevándose para siempre los iconos, los símbolos, los signos, la cultura, la Religión, la Historia, la Tradición, la memoria histórica de los hombres y mujeres que están ahí para avisarnos que una nación no se puede permitir el lujo de volver a tropezar  una y otra vez en la misma piedra: la piedra de la intolerancia de los iconoclastas del laicismo negligente sin más futuro que vivir de los despojos de las propias miserias de un poder sin piedad y traidor con la verdad y los principios democráticos. Ahora, eso sí, los iconolaicistas, levantarán sobre las ruinas de los símbolos de la imagen de España, una estatua con pies de barro que caerá sobre sus propias cabezas, y sobre las nuestras si no lo evitamos. La iconoclasia, los iconoclastas y sus epígonos los iconolaicistas, si continúan con esta política de la devastación nacional de nuestros símbolos traerán la muerte creativa de una de las naciones que tiene uno de los patrimonios culturales más importantes de la Historia de la humanidad que no se puede ocultar ni en el almacén más extenso del planeta Tierra.