Cesaropapanatismo

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

Cuando el poder político y sus redes mediático-económicas, se consideran el ombligo perfecto del mundo y el único horizonte de la Historia, entramos en la egolatría autárquica que se manifiesta en las extravagancias más insospechadas tanto verbales como gestuales: es el cesaropapanatismo. El eje del cesaropapanatismo es la dislocación mental casi histriónica del cesarolaicismo, tanto en el campo semántico de la política como en el campo semántico de la cultura que son sus principales centros de dominio. En ambos campos semánticos su objetivo es la degradación burlesca del quehacer político y cultural.
El campo semántico de la vida política: Es el campo de batalla favorito del cesaropapanatismo que se manifiesta cuando el cesaropapanatismo se considera el centro del mundo, pues, en él empieza y acaba todo. De esta forma el cesaropapanatismo sobrepasa con creces al cesaropapismo ya que utiliza de forma totalitaria la degradación del poder político para reducir a las cenizas del olvido al poder religioso y a la tradición espiritual que constituyen unas de las identidades básicas de la Historia de la humanidad. Por ello cambia las leyes universales y naturales y las reemplaza por leyes relativistas y positivistas de consenso dictatorial impuesto por los pactos de las mayorías parlamentarias. Como resultado, destruye la institución de la familia, origen del estado, de la sociedad, de la nación, destruye el matrimonio entre hombre y mujer por el mero capricho de llevar la contraria a la Historia y a la inmensa mayoría de los países con democracias constitucionales equilibradas, donde sólo existe el matrimonio heterosexual civil y religioso ya que saben por experiencia que sólo con él se asegura la estabilidad social, moral, cultural, económica y política de las sociedades. 
El cesaropapanatismo se sirve de las ideologías ultrarradicales, de las dictaduras del nacionalismo y del terrorismo para pervertir la verdad de los derechos y deberes humanos y constitucionales y permanecer en el poder a costa de lo que sea, como por ejemplo, cuando pone en peligro la unidad del estado, la unidad de la nación porque le resulta simpático y permisivo que unas minúsculas partes geográficas de la nación española se atrevan a autoproclamarse naciones y nacionalidades empleando la sangre y el terror como avales de sus discursos y acciones. El cesaropapanatismo ve correcto que los enemigos de las libertades se les apetezca destruir el bien común que es una nación constitucional y democrática para levantar el cadáver de un estado nacionalista totalitario.
El cesaropapanatismo no sólo aspira al control y destrucción de la paz y la libertad de la nación que malgobierna sino que también pretende hacer lo mismo en la política exterior y se ufana, saca pecho y sonríe hierático porque lleva a término alianzas de civilizaciones que no son tales, pues de la palabra "alianza" sólo queda el significante fonético-mediático mientras que el significado(pacto entre varias partes en igualdad de derechos y deberes) se pierde y cambia por aliarse con los enemigos de las democracias que usan las dictaduras y el terrorismo islámico como arma de claudicación y miedo para imponer un imperialismo teocrático, que, si vence será implacable hasta con el mismísimo cesaropapanatismo.
El cesaropapanatismo es el poder engreído que se ríe de todas las constituciones democráticas, de todos los Derechos Humanos, y de manera preferente, de la libertad de expresión y de información, se ríe de todo el mundo menos de sus propias extravagancias irracionales. Por ello no duda en utilizar la mentira que sus medios de comunicación cesaropapanatas se encargan de camuflar y darles la pintura de verdades irrefutables. El cesaropapanatismo político siempre acusará a quienes piensan y actúan de forma distinta a la suya de que mienten, que son todos unos mentirosos cuando denuncian las tropelías y las falsedades del cesaropapanatismo. Así niegan hasta la evidencia cuando un medio de comunicación demuestra y pone al alcance de la justicia un caso fragante de corrupción político-financiera que ha favorecido a sus amigos o a los mismísimos cesaropapanatas políticos. Lo niegan, y persiguen al denunciante para que desaparezca de la vida pública.
Para acabar este campo semántico, que da para más porque es infinito y extenso, sólo cabe que hablemos de su mayor responsable: el cesaropapanatas político. Su principal característica es que no tiene ideas nuevas ni por supuesto propias, siempre está mirando en el espejo retrovisor de la Historia para escoger lo peor, que suelen ser ideologías, líderes, gobernantes o políticos que han traído la guerra, el odio, la violencia y la aniquilación para convertirse ellos en los únicos referentes históricos. Sigue sus estelas disfrazándolas de progresismo, libertad, igualdad, solidaridad, consenso, talante, tolerancia, diálogo y democracia. Todo es una simple fachada que el cesaropapanatas político transforma en utopía y mundo feliz.
El cesaropapanatas político sólo piensa en el engolamiento de su propio yo, y como tiene que disimular su demagogia e incapacidad para el buen gobierno de la nación, se dedica a la divulgación de sus aficiones favoritas. Una de ellas es llegar siempre tarde a las grandes citas de las cumbres políticas nacionales e internacionales para que todo el mundo lo espere y se entere de que él es el político más relevante de la Historia. Llega, suelta unos discursos ególatras, pacta desde la claudicación y sale de ellas tan cansado, que se retira a sus aposentos de lujo para llevar a cabo su afición más divulgada por su aparato de márquetin: la práctica del deporte más importante de la nación más poderosa de la Tierra, a la que tanto odia. Sin embargo, cuando se lesiona emulando a sus dioses deportivos, se cabrea y echa la culpa de su mala pata y de todos los males de la política nacional y mundial a los gobernantes de la nación más poderosa del planeta, que son sus enemigos de postín y de pose demagógica.
El campo semántico de la cultura: En éste campo, el cesaropapanatismo promociona y subvenciona periódicos, medios audiovisuales, revistas y obras literarias y cinematográficas que tienen como función primordial la demolición de todo lo que tenga que ver con el pensamiento crítico, con la Religión y de modo prioritario con la Iglesia Católica. Así manda a los editores, redactores y directores cesaropapanatas que impriman, divulguen, promocionen, representen, traduzcan y doblen todas las obras blasfemas, todos los códigos da vincis y todos los reinos de los cielos, que son grandes falsificadores anticulturales, anticatólicos, anticristianos y de pésimo gusto estético y literario. El cesaropapanatismo anticultural conoce bien el bajo nivel cultural e intelectual de los ciudadanos porque ha diseñado un sistema educativo y televisivo que se ha encargado de controlarlos e instruirlos en los más bajos instintos y el mal gusto. Todas las obras de baja estofa y calidad ética y estética, triunfan y más cuando contienen ataques blasfemos, obscenos, anticlericales y anticristianos al Papa y a la Iglesia de Cristo.
Los emisores mediático-culturales del cesaropapanatismo, no hablan ni protegen la lengua de cultura de todos los españoles, una lengua que cuenta con nada más y nada menos que con 400 millones de hispanohablantes: nuestra lengua española, el español o castellano, por excelencia, portadora de la unidad cultural, espiritual y política de América y España. Al contrario, la menoscaban, la persiguen e insultan cuando la arrinconan con la imposición de las infralenguas fundamentalistas del nacionalismo etnolingüístico y la ramplona imitación de palabras o frases mal traducidas, tal la palabra"género" (ing. gender). Confunden el género gramatical de las palabras con el sexo de los seres vivientes ya que los cesaropapanatas lingüísticos son fanáticos seguidores del feminismo radical neomarxista que aplica la fracasada división de clases sociales a la diferenciación sexual, cuando todo hablante del español conoce bien que el género no es sinónimo de sexo. No quieren entender que el género gramatical es masculino, femenino, ambiguo o neutro ya que lo único que les interesa es que triunfe la ideología de género. Así podríamos seguir con otros tantos atentados terroristas contra el lenguaje y la lógica semántica de sus palabras y frases, con tantos y tantos barbarismos que demuestran la incapacidad lingüística del cesaropapanatismo. Los cesaropapanatas de la información y la cultura controlada, no hablan la lengua española sino que la utilizan para urdir las verborreas de sus mentiras institucionalizadas con las que socavan los cimientos de la cultura y la convivencia democrática.
El cesaropapanatismo contracultural manipula e instrumentaliza todas las instituciones académicas y culturales para falsificar la Historia pasada y reciente. Le importa un bledo el patrimonio artístico y cultural de España, de modo especial si éste es Católico. Por eso saquea la memoria histórica y la falsifica para encubrir los crímenes humanos y culturales como fueron la quema y destrucción bárbara de bibliotecas con riquezas bibliográficas irreparables, de museos, de conventos, de iglesias, de castillos, de abadías, de centros de enseñanza y universidades que guardaban obras de arte, archivos, libros y documentos por medio de los cuales se difundía el saber acumulado durante siglos y siglos en España y Europa. Los cesaropapanatas contraculturales responden que antes y ahora esas obras y tanto saber no sirven para nada ya que el único mundo habitable es el de la ciencia y la tecnología que nos dan el bienestar material y el progreso. Por ello para los comisarios subculturales del cesaropapanatismo la educación es instrucción ideológica donde el más sabio es igual que el más inepto y bruto, donde un ordenador vale más que cualquier escultura del Renacimiento o del Barroco. 
Los cesaropapanatas subculturales se estrujan muy poco el intelecto pues utilizan simplones insultos sin argumentos sólidos contra la cultura que ha mantenido y mantiene viva la tradición cultural de Occidente: la cristiana. No saben más que repetir un más que vejestorio y chocarrero laicismo anticlerical y antieclesial, porque ni se han molestado en conocer los fundamentos del pensamiento cristiano que es la esencia de las democracias constitucionales de Europa y de América.