Adoran los Reyes al Niño Eterno

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

Dejan atrás caminos de angustias
y alcanzan el horizonte infinito de Cristo,
Encarnación de la Sabiduría.
Antes de entrar al portal de Belén,
los Reyes Magos de Oriente, abandonan para siempre,
las armas del poder y de la muerte,
las armas de la guerra, del odio y del terror,
las olvidan y entran en la casa
iluminada por el Santo Espíritu
y el esplendor de la Luz de la Paz.

Adoran los Reyes de todo el orbe,
al Gran Príncipe del Reino de Dios en la Historia,
se arrodillan en honor y culto divino
al Dios y Rey de la misericordia,
Juez perpetuo de todo el universo.
Entre las manos, riquezas humanas
traen, que, se vuelven tesoros celestiales,
cuando arropan la pura desnudez del Niño Eterno,
nacido en la casa más pobre de la Tierra.

Ante el Nacimiento de la Verdad sin límites,
se postran y besan sinceros los pies salvadores
del Mesías de Redención eterna,
y no sólo incienso, oro y mirra ofrecen,
sino también las coronas de los reinos del mundo,
donde su nombre se hará Grande entre los humildes,
para gloria de la humanidad entera
salvada para siempre con Amor.